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La trampa del voto en blanco o viciado
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Veo una campañita cocinándose a favor del voto blanco o viciado como “voto de protesta”. Habría que ver quiénes la están impulsando para saber si los fines detrás de la idea son principistas o, por el contrario, un esfuerzo encubierto para favorecer a algunos partidos, sobre todo a los que aún siguen debajo del umbral de la valla electoral. Aunque el voto blanco o viciado puede ser la expresión libre de una posición política, es mejor estar bien informados para entender sus consecuencias y cómo este puede alterar el resultado final.
Así funciona: luego del conteo final de votos, los votos blancos y viciados se restan del total de votos emitidos, generando un total de votos válidos. Este total es el que importa, pues es el que se utilizará para distribuir el número de escaños para cada partido. Mientras más votos blancos y viciados, más pequeño es el universo sobre el cual se hace la repartición de curules, lo que genera un aumento artificial del porcentaje de votos obtenidos por todos los partidos. Así, sumado a la fórmula de la cifra repartidora, algunos consiguen curules gratuitamente, como pasó con Fuerza Popular en 2016, cuando, a pesar de lograr inicialmente el 19% de votos, terminó teniendo 56% de los congresistas.
Otra consecuencia es que partidos que no hubiesen pasado la valla la logren pasar, como podría ocurrir en esta oportunidad con Solidaridad Nacional, Contigo y el Apra. Mientras más votos nulos o viciados haya, más posibilidades tendrán estas agrupaciones de armar una bancada. En simple, si votas nulo o viciado, les estás dando una ayudita. Así que, si no te gustaría ver a esos partidos en el Congreso o no quisieras que se construyan mayorías inmerecidas, lo mejor es que olvides lo del “voto de protesta” y encuentres rápido a tu candidato.
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