El reciente retiro de los EE.UU. de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe ser un llamado a la reflexión respecto de la importancia de enfocar y atacar, desde una perspectiva global, enfermedades que afligen a toda la humanidad, sobre todo a los ciudadanos de los países más pobres.
Las campañas de vacunación masiva en el mundo han salvado miles de millones de vidas en todo el planeta y han frenado enfermedades devastadoras. Con facilidad se olvida cómo era el mundo antes de las vacunas y hay quienes protestan contra las inoculaciones, por motivos religiosos, políticos o creencias distorsionadas. Las vacunas nos salvan de enfermedades y, a su vez, hacen que, al desaparecer la amenaza, olvidemos las enfermedades de las que nos han salvado. La vacuna contra el neumococo, el rotavirus, la hepatitis b, la tuberculosis, la difteria, el tétanos, el sarampión, la rubeola y la parotiditis, y la poliomielitis (de la que el Perú fue declarado libre recién en 1994) constituyen algunas de las vacunas que han tenido mayor impacto en la humanidad. El hito más significativo y génesis de los esfuerzos de la humanidad por combatir las enfermedades de impacto global es el de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. La viruela se llevó la vida de más de 60 millones de personas solo en Europa en el siglo XVIII. En 1798, el médico inglés Edward Jenner logró la vacuna para esta enfermedad. Cinco años después, el rey Carlos IV de España lanzó —la que está considerada como la primera expedición filantrópica de la historia— la Real Expedición Filantrópica, para llevar la vacuna a América y Asia. La expedición se puso en marcha en apenas 8 meses, ya que la tasa de mortalidad de la población originaria de los territorios de América y Asia alcanzaba el 50%, algo que asustaba al rey, quien había perdido a su propia hija, la infanta María Cristina, a causa de la enfermedad. Dirigida por el médico Francisco J. Balmis, con la ayuda de su colega José Salvany y de la enfermera Isabel Zendal, la expedición logró mantener la vacuna activa durante el viaje transoceánico llevando con ellos a 22 niños huérfanos, quienes eran inoculados sucesivamente cada 15 días. Al llegar a América, la expedición llevó la vacuna a Puerto Rico, Cuba y México. De ahí la expedición se dividió: Balmis con Zendal y 26 niños mexicanos partieron a las Filipinas, Macao y Cantón. El doctor José Salvany puso rumbo al sur, hacia Venezuela, Colombia, Bolivia, Perú y Chile. Balmis consiguió dar la vuelta al mundo y vacunar a la población en solo dos años y medio. Mientras que Salvany extendió la vacunación por Sudamérica, tomándole 7 años recorrer el territorio. Murió en Cochabamba en 1810. La expedición vacunó, directamente, a unas 250,000 personas. En lo que fue el Virreinato del Perú se logró vacunar a 22,726. La viruela fue declarada, oficialmente, erradicada por la Organización Mundial de la Salud en 1980 y así se convirtió en la primera enfermedad eliminada a escala mundial.