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“Lecciones desde Bolivia”
“Las erradas políticas económicas han llevado a que la economía boliviana pase de ser exportador a importador de energía”.
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La economía de Bolivia crecería 1.8% este año según el consenso de analistas (Focus Economics), por debajo del promedio de 4.2% de los últimos 20 años prepandemia, aunque con severos desequilibrios estructurales, según interesantes ponencias llevadas a cabo por economistas bolivianos en el marco del Congreso Regional de Estudiantes de Economía (Coreeco), organizado por los estudiantes de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann de Tacna, donde tuvimos el honor de participar.
El principal motor es el consumo, que en un país de 12 millones de habitantes se espera que crezca 2.7%. Aquí es donde no solo importa el cuánto, sino también el cómo. Es distinto cuando el consumo crece sobre la base del empleo y del ingreso, y estos como consecuencia de mayor inversión. En este caso, el aumento del consumo se gesta sobre la base de subsidios, que se han reflejado en un aumento acumulado de 12% del gasto público desde la pandemia.
Si bien el mayor gasto público mantiene a flote la economía, no genera los ingresos suficientes para ser sostenible. El déficit fiscal se aproxima a 7.8% del PBI, más del doble del promedio histórico de 3%. La mayor necesidad de gasto ha llevado a Bolivia a un mayor endeudamiento (84% del PBI en 2023, por encima del promedio histórico de 52%). Más déficit y más deuda es una receta insostenible. Esto se ve reflejado en el persistente deterioro de su calificación de riesgo, hoy solo un peldaño por encima de Argentina, con riesgo de ser pronto superada por esta.
Bolivia es reconocida por la abundancia de recursos naturales (minería e hidrocarburos representan el 52% de la oferta exportable, mientras que los productos agrícolas, el 20%), así como por su potencial turístico. A pesar de eso, las erradas políticas económicas han llevado a que la economía boliviana pase de ser exportadora a importadora de energía, y a que el entorno de negocios no sea apropiado para fomentar la inversión privada, que registra una contracción de 5% respecto de su nivel prepandemia.
La salida de capitales es persistente en un contexto de inestabilidad política en el país. Si se agrega una política de tipo de cambio fijo, no sorprende que se socaven las reservas internacionales líquidas, que solo alcanzan a 0.4% del PBI, ocupando los últimos lugares entre economías emergentes. Como la historia económica demuestra, cuando el banco central presenta escasez de dólares, pierde capacidad de respaldar la moneda y una depreciación significativa es previsible (alrededor de 22%, según sondeos de Focus Economics). La formación de mercados negros ya anticipa estos efectos, con tipos de cambio muy superiores al oficial, como sucede en la frontera (Puno), con el consiguiente aumento de la inflación.
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