La encuesta de Ipsos publicada ayer en Perú21 sobre la gestión del ministro del Interior, Juan José Santiváñez, refleja el momento de angustia y creciente pánico por el que está pasando la población ante el desborde de inseguridad que se observa en calles, comercios y servicios.
El 60% de los peruanos considera que la situación de seguridad se agravó en el país a partir de que Santiváñez juró como titular del Mininter. Ello explica también que su nivel de desaprobación haya subido dos puntos, situándose ahora en 77%.
Al ritmo que va no tardará mucho en alcanzar a los guarismos de rechazo —cercanos al 99%— que ostenta su mentora, la presidenta Dina Boluarte, quien se empecina en mantenerlo en el cargo únicamente por la rastrera obsecuencia que demuestra para ejecutar las venganzas de Palacio.
Personaje altamente cuestionado y portador de una mochila llena de acusaciones, denuncias de corrupción y procesos judiciales, el titular del Mininter protagoniza, no sin razón, los memes más recurrentes para graficar el fracaso, casi cómplice, de este gobierno en materia de seguridad ciudadana.
Como declaró Carlos Álvarez, posible candidato presidencial, a Perú21: “¿Hasta cuándo vamos a soportar esto? Así como la señora Boluarte –en lugar de retirarlo del cargo– abraza a este ministro incapaz, así debería abrazar a las familias de las víctimas de la delincuencia”.
No solo eso. Mientras se hostiga o se manda al retiro a policías eficientes y altamente calificados, el exministro del Interior Óscar Valdés, por su parte, manifestó su indignación por la política ministerial de reincorporar al servicio activo a oficiales que fueron dados de baja por faltas graves “gracias a las leguleyadas”, justamente, “de quien fue su abogado” antes de llegar al despacho ministerial.
Es que los asesinatos por encargo, las extorsiones a bodegas, boticas, colegios, pymes, colectiveros, buses… lejos de haber menguado, van en una crecida alarmante.
El caso más grave en estos momentos es el de cobro de cupos a colegios privados, ahora que reabren sus puertas, y que ha desencadenado el cierre de numerosos planteles, que son no solo fuente de ingresos para los emprendedores, sino oportunidades para asegurar una educación de mejor nivel para los niños. Y la opción —ante las amenazas de los extorsionadores— de dictar clases de manera virtual, tampoco constituye una salida viable, pues el perjuicio que causa esta modalidad en los aprendizajes es enorme.
Un panorama sombrío que mantiene en vilo a la ciudadanía, sin que la presidenta parezca inmutarse por ello.