El Gobierno ha continuado emitiendo señales positivas sobre su compromiso de poner como prioridad de su mandato la lucha contra la ola delictiva que sacude al país. El anuncio de la designación del coronel PNP Víctor Revoredo para hacerse cargo de la nueva División de Investigación de Extorsiones es, según los especialistas, una medida acertada.
Revoredo es un oficial, como se dice, “con calle”, curtido, de gran liderazgo en la institución y vasta experiencia en la materia. Recordemos que, en una decisión absurda, como tantas otras en el sector, y pese a que en ese momento el azote de la delincuencia iba en aumento, el gobierno de Dina Boluarte –a través de su gonfalonero Juan José Santiváñez– lo retiró de la primera línea de combate y lo “desterró” a una oficina en la agregaduría policial de Chile.
Con todo lo valioso que puede haber sido el trabajo de este oficial en el vecino país del sur, especialmente en la detección de las redes internacionales del Tren de Aragua, es en el Perú donde más se le necesitaba.
Y más allá de discursos efectistas como los del presidente de la república, José Jerí, al firmar la así llamada Ley de Medidas contra la Extorsión (“Sabemos lo que hacen, sabemos dónde están y ahora viene el contraataque”), las movidas en los mandos de la fuerza policial parecen responder a criterios estrictamente profesionales. Lejos, hasta ahora, de los traslados y pases al retiro por venganzas palaciegas que tanto daño le hicieron a la PNP y a la seguridad ciudadana en los últimos años.
El ministro del Interior, Vicente Tiburcio, lo ha explicado con claridad: “Todo bastión necesita un líder que no tema enfrentarse al crimen, que haya demostrado en campo lo que significa servir al país y que encarne los valores que nos identifican: Dios, Patria y Ley. Ese líder es el coronel Víctor Revoredo Farfán. Más de tres décadas de servicio en operaciones emblemáticas contra bandas nacionales y extranjeras”.
El desafío para un líder como Revoredo y el equipo especial que dirigirá, es, pues, medular para el Perú, más aún si las cifras de los últimos días evidencian que los crímenes no han cedido pese a las primeras medidas adoptadas por el Gobierno.