El dictador venezolano, Nicolás Maduro, podrá decir lo que quiera, pero hasta el día de hoy no presenta una sola prueba contundente de la victoria que se autoatribuye. Lo que sí hay de sobra en sus discursos son amenazas, acusaciones e insultos a las democracias y mandatarios extranjeros que cuestionan el resultado de los comicios por su clara orfandad documental: no hay padrones ni actas ni registros que permitan verificar ese dudoso triunfo.
La información acopiada de encuestas a boca de urna por la OEA, de un conteo rápido y datos de las actas de la opositora Plataforma Unitaria Democrática coinciden, por contra, demuestran que la diferencia entre el candidato Edmundo González y el chavista era abismal a favor del primero.
Requerido por Perú21, Alfredo Torres, presidente de Ipsos-Perú, lo explicó con claridad al analizar la data disponible: “Todos los que hemos trabajado en este tipo de técnicas sabemos que, en un exitpoll (boca de urna), el margen de error rara vez pasa del 3% o 4%, y en un conteo rápido, no pasa del 1%, y acá estamos viendo diferencias de 20 puntos, eso es imposible. Es clarísimo que la oposición ha triunfado por amplio margen. La diferencia, probablemente, ha sido de 65% a 30%, en ese orden de magnitud”.
Y aunque en la OEA no prosperó finalmente la resolución –debido a la vergonzosa abstención de los representantes de Brasil, Colombia, México, Bolivia y otros países– que pedía al órgano electoral de ese país publicar las actas de votación, la repulsa internacional va tan en aumento como las movilizaciones callejeras en Venezuela.
Previsiblemente, en las próximas horas o días el oficialismo sacará debajo de la manga unas ‘actas’ debidamente maquilladas para intentar validar su tongo, como se le llama en el Perú a las estafas de gran escala. Pero lo que ignora Maduro es que este fraude podría ser el último.
Nunca como en estos días de escándalo electoral y protesta pública se ha vislumbrado tan de cerca el fin del chavismo. El apoyo internacional a las fuerzas de la oposición en Venezuela debe, por ello, mantenerse firme.
La dictadura se tambalea. Las democracias de la región deben permanecer vigilantes ante cualquier desborde de violencia con que el tirano viene amenazando.
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