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María Angélica Correa: Una muerte anunciada
“La disolución de la legítima Asamblea Nacional no nos tomó por sorpresa”.
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Estoy escribiendo esta primera columna para el diario Perú21 como una ventana que pretende hacer llegar mis vivencias como venezolana y periodista de esta historia que se está escribiendo día a día frente a un pueblo que ya perdió la capacidad de asombro.
Cuando me disponía a escribir, recibí agradecida la noticia de que un buen amigo de Colombia me envió dos pastas dentales con otra buena amiga que viaja a Venezuela. Es que nuestras horas y días discurren en buscar alimentos o medicinas. Pero también discurren frente a las sórdidas jugadas que con precisión milimétrica van asomando los secuestradores del país asesorados desde La Habana.
La disolución de la legítima Asamblea Nacional no nos tomó por sorpresa. Ya la venían desvalijando. Era una muerte anunciada, que se materializó mientras el vicepresidente de EE.UU. estaba de gira por Latinoamérica con Venezuela entre ceja y ceja, y el señor Maduro se encontraba en Cuba. A casi 48 horas, la Constituyente cubana da el zarpazo contra el último hilo al que se aferraba la soberanía popular.
Me pregunto. Han transcurrido 18 años conociendo las jugadas de La Habana. Y la mayoría de los líderes de oposición decidieron ir a elecciones regionales, en cumplimiento de la decisión del señor Maduro, quien fue ratificado como presidente por la Constituyente cubana. Y ahora se niegan a acatar la decisión de la Constituyente cubana. ¿No es esto una incongruencia del liderazgo de oposición?
No puedo dejar de preguntarme si al día siguiente del plebiscito, avalado por la comunidad internacional, el presidente del Poder Legislativo hubiese anunciado un gobierno de transición. Esta humilde cronista opina que ese era el momentum político. ¿Estarían presos? Es posible, ¿exiliados? Es posible, ¿sería un gobierno desde la clandestinidad? Es posible. No tengo las respuestas, pero sí sé que el régimen está atornillado en el poder con las armas en las manos para usarlas contra el pueblo y, ahora, con la Constituyente cubana para blindarse, por siempre.
También sé que la comunidad internacional es determinante. Ya el pueblo hizo lo que podía hacer. Pero esto será tema de la próxima columna.
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