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Desbordes

“El caos no solo se vive en las zonas más afectadas por los huaicos. El viernes, el caos del tráfico en Miraflores (…) puso en evidencia el desborde urbano”.

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huaico
(Foto: Andina)
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Marzo ha sido un mes que ha puesto al Perú al límite, no solo por los huaicos e inundaciones que han arrasado algunas regiones, sino por los múltiples desbordes sociales, como la expansión de la violencia, a la que ahora se le suma la crisis en el sector salud, provocada por un lote de suero contaminado que ha cobrado vidas. Además, el tráfico también se multiplica y hace colapsar las calles de nuestra capital.

El primer desborde del que quiero hablar es el de la naturaleza. En marzo, varias regiones del país, principalmente en la sierra, han sufrido huaicos e inundaciones que han dejado a miles de personas afectadas. Los esfuerzos gubernamentales son insuficientes y las víctimas se multiplican. Seguimos enfrentando el mismo ciclo: lluvias fuertes, desbordes de ríos y falta de infraestructura adecuada. Chosica, por ejemplo, ha sido una de las zonas más afectadas y, aunque las comunidades implementan sistemas de alerta temprana, el fenómeno sigue presentando una amenaza constante. La pregunta sigue siendo: ¿cómo prevenimos estos desbordes y respondemos ante ellos de manera efectiva?

El segundo desborde es el de la violencia y las extorsiones. El Perú se encuentra sumido en una creciente ola de inseguridad. La violencia ha alcanzado niveles alarmantes y las extorsiones se han expandido. El miedo se ha instalado en muchos hogares, y el Estado parece impotente frente a un fenómeno que no deja de crecer. La violencia refleja a una sociedad que sigue luchando contra problemas estructurales de pobreza, desigualdad y falta de oportunidades. La pregunta sigue siendo: ¿por qué no actúa el Gobierno con firmeza contra la delincuencia en lugar de ser cómplice?

No podemos dejar de lado el desborde institucional que vive el sector salud tras la tragedia provocada por el lote de suero contaminado. Además de las responsabilidades penales para los representantes de Medifarma, nos preguntamos: ¿por qué fallan los controles preventivos del Gobierno y por qué la alerta tardó en llegar? La indignación que sentimos como ciudadanos es más que justificada. Necesitamos respuestas y necesitamos que los responsables asuman su rol y trabajen para recuperar la confianza de la población.

Finalmente, el caos no solo se vive en las zonas más afectadas por los huaicos. El viernes, el caos del tráfico en Miraflores, causado por las obras de infraestructura en la bajada de Armendáriz, puso en evidencia el desborde urbano. La congestión vehicular refleja un problema mayor: una planificación urbana deficiente y una infraestructura que no responde a las demandas de la población. Este desborde en las calles es también un desborde en nuestra capacidad de gestionar la ciudad.

Estamos frente a un país que se desborda y parece que no se hace nada para evitarlo.

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