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[Opinión] Aldo Mariátegui: El silencio de la hipocresía
“Ya me imagino el escándalo gigantesco que todo este elenco hubiera armado si la pobre Facchin hubiese sido de izquierdas y hubiera estado a punto de ser deportada a una dictadura de derecha”.
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- ¿Algunos de Uds. ha leído, visto o escuchado a Marisa Glave, Indira Huilca, Rocío SS, Flor Pablo, Susel Paredes, Mónica Sánchez, Gabriela Wiener o Tatiana Astengo salir en defensa activa de Paulina Facchin, la activista antichavista venezolana que estuvo a punto de ser deportada de regreso al infierno venezolano, donde la estaban esperando con las fauces abiertas? Uno esperaría que las anteriormente mencionadas, que normalmente son muy locuaces y enérgicas, mostrasen una solidaridad muy activa con alguien que lucha casi solitariamente en su exilio limeño contra una dictadura, especialmente si esta persona es una mujer (ahora que está tan de moda hacer más ruido por eso). Tampoco he percibido a las ONG peruanas de DDHH (Aprodeh, IDL, Coordinadora de DDHH, Manuela Ramos, etc) moverse con este tema. Ni a curitas tan protagónicos y metejones como el cardenal Barreto y su colega Cabrejos de la Conferencia Episcopal. Ni Diego García Sayán, el canciller Landa, Tuesta, Eguiguren o algún PUCP-boys de esos. Menos nadie de la izquierda peruana (Mohme algo si sacó en LR, aunque pequeño). Ya me imagino el escándalo gigantesco que todo este elenco hubiera armado si la pobre Facchin hubiese sido de izquierdas y hubiera estado a punto de ser deportada a una dictadura de derecha. Después se molestan cuando les recuerda su hipocresía y doble rasero.
- Salas Arenas del JNE habla mucho de la imparcialidad de los órganos electorales, pero olvida cómo estos le perdonaron escandalosamente la vida a la candidatura de Verónika Mendoza cuando Perú21 detectó toda una telenovela político-familiar sobre un inmueble suyo en el Cusco que no había declarado. Y fue salvada por una tan “oportuna” minuta. Otro doble rasero…
Nati y Rosanita aleguen todo lo que quieran, pero la resentida mala leche con que envenenaron adrede a “Un mundo para Julius”, incluso con muy feas escenas inventadas, es evidente para cualquiera (salvo para su gentita zurda). Esos enfermos odios intelectualoides son horribles, queridas.
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