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La oportunidad de Vizcarra
"El nuevo gobierno deberá navegar con atención y cuidado entre aguas que andan encrespadas todavía, y que pronto van a tener que volver a crecer".
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Esta semana, el presidente del Consejo de Ministros acudió al Congreso para solicitar el voto de confianza. La gran mayoría de bancadas, con excepción de la izquierda, votaron a favor del gabinete Villanueva y mostraron bastante interés frente a la posibilidad de conferirle facultades legislativas al gobierno para trabajar en algunos ejes que Vizcarra ha planteado ya. Ha sido, hay que admitir, reconfortante ver un Congreso ajeno ya a las antes cotidianas andadas de pandilla contra pandilla. Esta calma, sin embargo, no va a durar mucho.
Hay una percepción bastante difundida entre la población: con la presión ejercida en contra de PPK, Fuerza Popular se ha convertido –quizás sin quererlo– en una especie de garante del gobierno de Vizcarra. Si Vizcarra logra poner en agenda los puntos en los que coincidían el fujimorismo y lo que propuso PPK, podrá avanzar e, incluso, hacer reformas importantes por el tiempo que le queda (que no es poco). No obstante, si hace lo anterior, pero trata también de maniobrar en contra de los intereses del fujimorismo, el panorama se le va a nublar.
Esto no significa, por supuesto, que el presidente Vizcarra deba gobernar complaciendo los intereses de la mayoría parlamentaria. Quien fue investido por el voto popular para gobernar fue –finalmente– él. Pero sí es importante que Vizcarra y sus ministros sepan que los aplausos del martes y la calma son tan efímeros como el poder. El nuevo gobierno deberá navegar con atención y cuidado entre aguas que andan encrespadas todavía, y que pronto van a tener que volver a crecer: se vienen meses de especial riesgo político.
Naturalmente, las elecciones de octubre serán el primer asunto a tomar en cuenta: hay una serie de movimientos regionales con discursos harto radicales que están tentando cargos públicos. Los partidos políticos (o lo que queda de ellos) están enfrascados en luchas internas y no han podido todavía consolidar candidaturas en las plazas más importantes del país. Y, por otro lado, la izquierda debe desmarcarse de su socio en la vacancia, el fujimorismo. Porque buena parte de las propuestas de ambos grupos es negar las del contrario.
Así, Vizcarra ha empezado con el pie derecho este gobierno complicado y nacido de forma espontánea. Pero lo importante es que siga caminando, que la cosa anda movida todavía y esta es una paz que está pegada con baba.
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