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Motivos

"Antes el miedo era contra Guzmán, y todo acabó cuando lo metieron preso. Pero eso sirve poco ahora, porque la extorsión sigue prosperando desde las cárceles”.

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   (Midjourney/Perú21)
(Midjourney/Perú21)
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Shakespeare armó tragedias a partir del error. En Macbeth, por ejemplo, luego de una victoria militar, tres brujas le vaticinan que será rey de Escocia. Para acelerar el proceso, asesina al rey y lo sustituye. Luego, las brujas pronostican: “… nadie nacido de mujer a Macbeth podrá dañar (…). Macbeth seguirá vivo e invicto si el gran bosque de Birnam no se mueve”. Macbeth jura que estará a salvo, pero sus enemigos se alían con el ejército inglés, que se camufla con ramas y avanza. Los exploradores alertan que el bosque de Birnam se mueve. En la batalla, Macbeth muere. Lo mata Macduff, quien no había nacido de mujer; su madre había fallecido una hora antes del nacimiento. En Romeo y Julieta, los amantes se casan en secreto. Luego, en un duelo, Romeo mata al rival y tiene que huir. La familia ignora que Julieta está casada y le organizan otra boda. Fray Lorenzo propone a Julieta inducirle un coma para que la crean muerta. La costumbre de entonces era dejar el cadáver sobre la lápida por un tiempo. Romeo sería avisado para que, cuando despierte Julieta, se fuguen y sean felices. El aviso no llegó. Romeo va al mausoleo, cree que Julieta ha muerto y se suicida. Al despertar, Julieta ve que Romeo está muerto y también se suicida. En Macbeth el mensaje no fue bien interpretado; en Romeo y Julieta, simplemente, el mensaje no llegó. No entender convirtió la felicidad en tragedia.    

En estos días de extorsión, ¿qué no estamos entendiendo? La sufren el 70% de los transportistas, el 50% de los bodegueros, el 50% de los mototaxistas, y siguen obras de construcción, peluquerías, comedores populares y negocios de barrio. Las pérdidas se acumulan en miles de millones de dólares, en puntos del PBI y en asesinados (PUCP). Ha regresado el miedo. Antes eran los coches bomba, ahora son disparos a quemarropa. Aquella vez, Sendero era una secta religiosa con Abimael Guzmán como profeta (Qué difícil es ser Dios, Carlos Iván Degregori) porque solo él podía interpretar los textos sagrados del “pensamiento Gonzalo” (Guerra y fe en los Andes, Moisés Lemlij). Pero su catecismo solo fue recitado por estudiantes, hijos de campesinos, que no conseguían empleo en la ciudad ni querían regresar a la pobreza del campo. Desesperados, Sendero les pareció una salida. Pero la causa remota de su violencia fue que no supimos cumplir la promesa de que la educación traería prosperidad (Sendero Luminoso y lo educativo, Juan Asón). Ahora, no hay ideologías ni sectas ni profetas: la extorsión es crimen puro. Otro dato: “… la extorsión no se mete con las grandes empresas, se desenvuelve en la periferia, donde la Policía no tiene el control, en los espacios más vulnerables de la informalidad” (Erika Solís, IDEH de la PUCP). Por tanto, solo afecta a los más pobres. Les construimos la epopeya de los emprendedores, pero no los incluimos ni como mercado ni como sociedad. Nuevamente, otra promesa incumplida.  

Pero es un miedo distinto. Antes el miedo era contra Guzmán, y todo acabó cuando lo metieron preso. Pero eso sirve poco ahora, porque la extorsión sigue prosperando desde las cárceles. Hace décadas, cuando llegaron los migrantes huyendo de Sendero, cuando tenían lo justo para vivir, el Estado no los ayudó. Sobrevivieron, pero en reciprocidad, tampoco dieron nada al Estado: ni impuestos ni respeto a la ley. El costo fue la informalidad. Ahora, en esta guerra contra la extorsión, nuevamente se sienten solos. Ese es el mensaje de los paros nacionales de esta semana. Y llueve sobre mojado, porque en lo de la pandemia también se sintieron solos. En el calor de las elecciones, poco valdrán los argumentos de que la gran mayoría de los extorsionados haya votado por Castillo y por Boluarte, que son los grandes responsables del desmantelamiento del Estado. Siendo verdad, les dará más cólera todavía. Sin embargo, a pesar de la turbulencia de las pasiones, siguen esperando. Tome nota que ya llevábamos dos promesas incumplidas. Este es el verdadero reto: ¿qué esperanza ofrecer?, ¿qué mensaje dar?, ¿quién podrá convencer? Nosotros también nos estamos jugando la vida, porque miran al sector formal de la economía y ven que tiene recursos para sobrevivir y que la extorsión no los toca. El riesgo es que nosotros seamos el enemigo.