Una desventaja de la divulgación científica es la confusión y el mal uso de los conceptos. Ejemplo de ello es el término ‘narcisismo’, que hoy está de moda. Hace poco una psicoanalista se sorprendió al escuchar a una psicóloga decir que alguien era un psicópata porque era un narcisista. Esto es absurdo. Los psicópatas suelen tener el narcisismo entre sus características, pero no se debe confundir la parte con el todo. Por ejemplo, para recurrir a la ficción, Snoopy (que tiene un Van Gogh en su casita) y Don Quijote (con delirios de omnipotencia) son evidentes narcisistas, mas a nadie se le ocurriría decir que son psicópatas. Egocéntricos son Edipo, Emma Bovary, Joe Christmas, Stephen Dedalus… Por contraste llaman la atención los héroes conscientes de sus límites, como Gandalf (por su sabiduría), Jean Valjean (por estoico) o Corto Maltés (por su ironía).
MIRA: Vivir y morir en las calles
Para Sigmund Freud el narcisismo es natural y representa una etapa temprana en la que el deseo libidinal se dirige hacia uno mismo antes de enfocarse en otras personas. Varios autores han sostenido que un saludable amor propio tiene como base el narcisismo. Solo en un grado extremo (narcisismo secundario) se convierte en rasgo morboso; sin embargo, ni siquiera entonces se puede clasificar a alguien como psicópata. Este tiene rasgos propios que lo hacen impenetrable y por demás peligroso para la sociedad.
Hay profesiones que parecen favorecer el endiosamiento de uno mismo: las artes escénicas, donde Mariah Carey se identificó con Marie Curie (“Ella tiene dos Nobel y yo dos discos de Diamante”), la literatura (¿han escuchado a un poeta hablar de su obra incomprendida?), el psicoanálisis (que nunca se equivoca), las editoriales (deciden quién es publicado y quién silenciado), las religiones que dividen a la humanidad entre seres puros y almas condenadas, y, naturalmente, la política. El lector recordará innumerables egos colosales que han desfilado por el Palacio de Gobierno, las cárceles y el Congreso. Políticos que erigen estatuas de sí mismos, presidentes que se vacunan en secreto en aras de la medicina experimental, legisladoras que descubren que son ciudadanas comunes, presidentas que exhiben joyas millonarias, gobernantes que permiten miles de desapariciones forzadas, un terrorista que se creía la “cuarta espada” del comunismo internacional… No todos, creo, deben ser considerados psicópatas.
Aprovecha la NUEVA EXPERIENCIA: recibe por correo o por Whatsapp nuestro periódico digital enriquecido. Perú21 ePaper ¡Conoce nuestros planes!
Video recomendado: