El regreso de la magia, reseña de “Pinocho”

Columna de Inés García Belaunde

Fecha Actualización

15/12/2022 - 07:00

Hacía tanto tiempo que no veía una película que me llevara a emocionarme sobremanera. Pinocho, de Guillermo del Toro, adapta el cuento clásico a un nuevo formato y con nuevos mensajes, pero con la misma magia y emoción que siempre cargó consigo la historia original.

Del Toro reinventa la obra del italiano Carlo Codolli sobre el famoso niño de madera que cobra vida. Tras la muerte de su hijo, Carlo, Gepetto, un amable tallador de madera, llega a construir un muñeco a su semejanza. Gracias a la intervención de una ninfa mágica, el muñeco cobra vida y de ahora en adelante Gepetto debe vigilar el desarrollo de su nuevo hijo, Pinocho. Aunque es una adaptación fiel a la obra, hay varios elementos nuevos, como la inserción de personajes sobrenaturales o que el trasfondo sea la Italia fascista de Mussolini.

La película sorprende debido a que llega a adaptar el cuento de una nueva manera, sin la necesidad de hacer la película forzadamente moderna. Cambiar el trasfondo del siglo XIX a la Italia fascista ayuda a profundizar los temas que la trama quiere detallar sobre la vida y la muerte, y cómo un títere puede ser comparado con el modelo del “italiano perfecto” que Mussolini pretendía para la población italiana. Del Toro añade estos nuevos elementos con elegancia, que, a su vez, otorgan profundidad a la trama en lugar de empobrecer la historia (algo que, sin duda, habría ocurrido si el guion hubiera sido elaborado por alguien menos talentoso).

También un elemento a destacar es la animación. Apostar por el stop-motion fue una idea ambiciosa que dio sus frutos, puesto que cada escena es una maravilla visual. Partiendo de películas como La pesadilla antes de Navidad, Pinocho llega a visualizar un mundo fantástico, donde los cuentos de hadas toman forma de una manera plausible y elegante. En una animación de este calibre sí vale la pena invertir.

Del Toro, cuándo no, nos transporta a un mundo de ilusiones y fantasías, en ningún momento infantilizándonos por ello. Por mí, que adapte todos los cuentos disponibles.

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