Encerrado dentro de sus fronteras y sin que peligre su permanencia en el poder, por ahora, Nicolás Maduro ha ordenado la captura de su principal opositor en las últimas elecciones, Edmundo González.
Una medida que en cualquier momento va a ser ejecutada por sus esbirros, sellando así la consolidación de una de las más feroces dictaduras de los últimos años en esta región. Se le acusa a González de no aceptar los resultados del fraudulento proceso electoral del 28 de julio pasado.
Para darnos cuenta de la gravedad de la situación, es como si en Perú se enviara a la cárcel a todos los últimos candidatos que ajustadamente quedaron en segundo lugar y objetaron algún aspecto técnico o legal de los comicios.
No es la primera medida abusiva en contra de la oposición democrática en el país de los chamos. Es sabido que la escalada de hostigamientos y ataques del Estado represor va en aumento día a día en contra de quienes se resisten a aceptar los resultados ilícitos del proceso. Maria Corina Machado no deja de alzar la voz y movilizar a sus compatriotas para rechazar en las calles, así como en foros públicos de su país y en el extranjero, la prepotencia del chavismo.
La violencia en calles venezolanas no ha cesado desde la proclamación de esta írrita victoria, desconocida por la mayoría de las democracias del planeta.
Justamente, tres de los pocos países amigos de Maduro, Brasil, Colombia y Bolivia, se negaron a votar en la OEA una resolución para exigir que de manera inmediata Maduro muestre las actas que supuestamente le dan el triunfo. Posturas de esa naturaleza le permiten a Maduro tener aire para seguir abusando en su país. Demás está decir, que hasta el día de hoy el dictador continúa sin mostrar documentos serios que justifiquen su “victoria”. Las actas siguen ocultas.
Rectificada la declaración del nuevo canciller peruano, a la que se ha sumado un estridente, pero necesario, pronunciamiento presidencial, se espera ver en los hechos que Perú aliente acciones para presionar y cercar al régimen chavista. Porque lo que pasa en Venezuela es también un problema del Perú y de todos los países vecinos.
No es momento para posturas confusas o tibias como las del premier Gustavo Adrianzén, que ayer salió a decir que el Estado peruano no ha reconocido como presidente electo a Edmundo González. Vergonzoso, por decir lo menos, a estas alturas del partido.