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No más partidos cascarón
Hace pocos días, sacó un video en que agradece al partido País para Todos y anuncia su afiliación y, por ende, su postulación.
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A 18 meses de la fiesta electoral, es evidente la ansiedad en la calle con respecto a quiénes serán los candidatos. Un factor común que me genera mucha decepción es ver cómo hemos llegado a un punto en el que la pregunta no es qué partidos participarán, sino qué personas. Un caso que ejemplifica muy bien lo que menciono es el del señor Carlos Álvarez. En muchos de sus videos, agradece a diferentes tiendas por pensar en él para postular en las elecciones presidenciales. Su discurso es claramente el de cualquier ciudadano harto de la podredumbre que vivimos, pero muy, muy lejano al de un estadista que se propone asumir el sillón presidencial. Hace pocos días, sacó un video en que agradece al partido País para Todos y anuncia su afiliación y, por ende, su postulación. Para no extenderme en el contexto, el tema pasa porque hoy, en el Perú, los partidos políticos son solamente un requisito formal para aspirar individualmente a un cargo político. ¿Cuál es la relación del señor Álvarez con las bases, si es que existen, y el plan de gobierno? Y, sobre todo, ¿dónde quedaron la democracia y la institucionalidad? Ni menciona el tema de las elecciones internas. Es más, la propuesta del señor Álvarez es tan lejana a lo que debería ser que, como él mismo se definió, es un ciudadano de izquierda, centro y derecha. No tengo idea de lo que eso significa, pero lo que sí es evidente es que no hay ideología, militancia ni plan de gobierno. Lo que sí hay es la férrea convicción de que una sola persona puede salvar al país. Carlos Álvarez me cae bien, me parece un hombre sincero en sus declaraciones y, hasta ahora (uno nunca sabe), un profesional honrado que quiere ayudar a su país. Pero una cosa no quita la otra. El señor Álvarez, como tantos otros, es el reflejo exacto de cómo hemos perdido cualquier ápice de democracia, institucionalidad y formación. Volvimos a los caudillos todopoderosos. Estemos atentos; ya sabemos perfectamente qué pasa cuando votamos por personas y no por partidos. El transfuguismo, el mercantilismo y la delincuencia política están a la orden del día. Por personas, no. Por partidos, los de verdad.
PD.: Véase a Hernando de Soto, antes Avanza País, hoy Progresemos.
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