Para ello, el telescopio está protegido de la radiación solar. A tal extremo, que opera muy cerca del cero absoluto; temperatura en la que según la física cesa el movimiento molecular. Esta condición tan fría le permite al instrumento óptico detectar las muy lejanas y tenues emisiones de luz que se produjeron cerca del origen del Universo conocido. Estamos hablando de objetos cuya luz demora en llegar al telescopio miles de millones de años. De hecho estaremos mirando el pasado con una nitidez sorprendente.