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Bibi el peligroso
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En las recientes elecciones en Israel, el partido Likud de Benjamin Netanyahu empató en número de escaños para el Parlamento (35) con la alianza de centro Azul y Blanco, liderada por el ex general Benny Gantz, pero es Bibi (como lo llaman sus simpatizantes) quien seguirá siendo primer ministro porque los partidos ortodoxos y nacionalistas (derecha) obtuvieron más escaños que los partidos de izquierda (pacifistas) y podrá formar una coalición.
Durante su primer gobierno, de 1996 a 1999, Bibi intentó ocultar su ideología de extrema derecha (búsqueda de entorpecer los acuerdos de paz con los palestinos firmados en 1993) culpando, con toda razón, a Yasser Arafat de incitar a la violencia y al terrorismo. Pero desde que retornó al poder, en 2009, y hasta hoy, Bibi salió gradualmente “del clóset” –de su supuesta disposición a aceptar el surgimiento de un Estado palestino–, al negarse a negociar con el gobierno moderado de la Autonomía Palestina en Cisjordania y al dar luz verde a la construcción de centenares de vecindarios judíos en ese territorio en disputa con los palestinos y con Trump, a quien apadrinó en todos sus caprichos, como pedir a gobiernos del mundo trasladar sus embajadas de Tel Aviv a Jerusalén sin un previo acuerdo de paz que determine el status de la ciudad, y otras políticas nacionalistas.
Investigado por la Fiscalía por corrupción, Bibi amenaza con crear una ley de impunidad para el primer ministro. Lideró la campaña más sucia en la historia de Israel y, prácticamente, ha declarado a los árabes israelíes como no leales al Estado para utilizar el miedo y ganar votos de partidos de extrema derecha. Bibi es peligroso para Israel, más por populista que por ideología.
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