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Arturo Maldonado: Reglas de juego al límite
“Esta crisis política se está manejando dentro de las reglas de juego de la democracia”.
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El actual enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo es una crisis política. Sin embargo, la magnitud de la crisis depende del observador. Si bien la actual puede tener efectos nocivos para los ciudadanos, como la paralización de la economía, esta ha seguido los canales institucionales diseñados en la Constitución. El Ejecutivo y la mayoría parlamentaria han movido legítimamente sus fichas. En otros tiempos, por menos, los militares hubieran intervenido o un gobernante autoritario hubiera cerrado el Congreso inconstitucionalmente. Nuestra democracia, aunque frágil, con partidos políticos de fachada y con una ciudadanía desafecta, está perdurando. En las últimas elecciones, resaltamos el hecho inédito de un nuevo traspaso democrático del poder. Ahora, podemos resaltar que esta crisis política se está manejando dentro de las reglas de juego de la democracia.
Esta mirada filo optimista se puede convertir fácilmente en una visión pesimista. Se han mantenido las reglas de juego, pero se ha pretendido hacer nuevas “interpretaciones auténticas” de ellas. Jugando con los vacíos de la ley y con la ambigüedad del lenguaje, varios líderes políticos esgrimieron que Zavala no podía pedir cuestión de confianza. Luego, interpretan irresponsablemente, de acuerdo con sus intereses, que el Ejecutivo tiene que cambiar a todo el gabinete. Esas voces ya han sido desmentidas por los expertos, pero estos intentos, por el momento vanos, pueden en otra crisis prosperar, como lo hicieron en el pasado para legitimar arbitrariedades.
Si bien los actores han seguido las reglas, se está jugando al límite. La figura de la interpelación es una mala broma. El debate es una debacle parlamentaria pues los argumentos son cambiados por insultos, mentiras y populismo. Hasta el momento, el fondo de las reglas se ha mantenido, pero las formas chabacanas están estirando al límite su aguante. Aunque insuficiente, no nos lamentemos luego de perder lo poco que hemos construido,
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