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Lecciones futboleras para políticos oportunistas
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Los últimos minutos de Perú ante Colombia han despertado diversas reacciones en el mundo pelotero. De un lado, tenemos a aquellos que defienden la decisión de ambos equipos de renunciar al ataque en aras del objetivo. Otros, por el contrario, satanizan esta decisión, tildándola de mediocre, por jugársela por un resultado menor, cuando en esos minutos se pudo buscar el gol del pase directo a Rusia.
Los políticos podrían sacar aprendizajes de esos tres minutos. Una lección es el valor de la negociación. Todo equipo necesita un Falcao que piense con la cabeza fría, lejos del ruido de la tribuna, y que sea capaz de acercarse al equipo rival para pactar. Pensando en los grupos políticos actuales, ¿qué personajes actúan como el goleador colombiano? En muchas tiendas políticas, en especial en el fujimorismo, los macheteros y fosforitos predominan sobre los cerebrales de la negociación. Esto no siempre lleva al mejor desenlace para ninguna de las partes.
Si el equipo nacional buscaba una estrategia maximalista en esos minutos, era posible que terminaran peor que con la solución pactada. Por cada ataque peruano, se abría la posibilidad del contragolpe fatal y nos olvidábamos del Mundial. En el plano político, las estrategias maximalistas también son riesgosas. Cada vez que un político quiere impulsar un tema, tiene que considerar si ir con todo, a riesgo de perder, o tener un margen para un resultado intermedio negociado.
Quizá la lección más clara es que no se puede depender solo de un caudillo o de algunos fantásticos, sino de un trabajo en equipo. Para las próximas elecciones, muchos grupos girarán sobre caudillos sin maquinaria, apostando a que resuelva el partido con algún chispazo, sin considerar que los verdaderos líderes motivan a un equipo de obreros comprometidos a sacar el resultado adelante.
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