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La rendición de Piñera
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El actual presidente de Chile, cercano al sector derechista de la Democracia Cristiana que justificó el golpe de Estado de Pinochet en 1973, fue un exitoso empresario dedicado a las finanzas (dos mil millones de dólares). Después de la salida de Pinochet, Sebastián Piñera se acercó a los partidos Renovación Nacional (RN) y la Unidad Democrática Independiente (UDI), conformados por muchos expinochetistas neoliberales. Actualmente cumple su segundo periodo presidencial.
No se imaginó que el alza del precio del pasaje en el tren de Santiago fuera la chispa que incendió una protesta social nunca vista en Chile. El incendio de vagones, saqueo de innumerables comercios y enfrentamiento con los carabineros lo impulsó a declarar “estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable” para justificar la declaración del estado de emergencia y sacar a los militares a la calle creyendo así que la protesta se diluiría rápidamente.
Acertó en lo segundo, la voluntad colectiva que animaba la protesta contra la desigualdad existente era justa, y su creciente convocatoria la convirtió en un poderoso actor político-social, manifestado con la exitosa marcha pacífica y optimista, de más de un millón de personas el 26 de octubre. Pero se equivocó al creer que con la dura represión aplacaría la protesta. Por eso, a las pocas horas, levantó el estado de emergencia, el de sitio y pidió la renuncia de su gabinete. Cuatro días después, Piñera declaró: “No descarto ninguna reforma estructural, es tiempo de escuchar a la gente”. La gente pide cambio de la Constitución.
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