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El 155 a Cataluña
“En lugar del viejo militante, fabrican líderes sociales profesionales que vociferan justicia”.
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El movimiento social es hoy un método de agresión violenta usando métodos pacíficos. Hay gente buena pidiendo algo noble (o de apariencia noble), pero está instrumentalizado. Ha sido estudiado minuciosamente y convertido en una unidad político-militar para desarticular a Occidente. En lugar del viejo militante, fabrican líderes sociales profesionales que vociferan justicia mientras urden sabotaje. Muchos académicos tontones y burgueses engreídos ven en el movimiento social de hoy al buen sindicato reivindicativo del pasado. Los aviones también solían ser inocentes. Ni bien los usaron como arma de guerra en las dos torres, los gringos tomaron medidas preventivas, cosa que los políticos democráticos no han hecho.
Los independentistas catalanes siguieron el libreto básico. Generar un hecho ilegal y luego legitimarlo con un “diálogo” o una “negociación”, como un secuestro o la toma de Conga. Hicieron un referéndum chapucero, ilegítimo, ocuparon sedes, llenaron urnas, prepararon víctimas falsas (ideal hubiera sido un muerto) y propaganda internacional que sus socios hacen reverberar.
Ahora, alzando la palabra bondadosa de “diálogo” quieren consolidar lo avanzado. Y he ahí que desde sus infiernos salen los demonios para ofrecerse al bien. China quiere mediar, Rusia buscó interceder en Venezuela y Cuba lo hizo entre Santos y las FARC. Sería una doble derrota legitimar con un diálogo la ilegalidad de los independentistas y peor que concilie uno de estos estados delincuentes. Menos mal que Rajoy despertó de un “largo sueño embrutecedor” y desenvainó el artículo 155 de la Constitución que prevé la suspensión del autogobierno de una autonomía desleal con España.
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