Cuando hay estabilidad pronostican bien. Pero en sociedades decepcionadas de su sistema político, enojadas y queriendo castigar a los culpables —como sucede en Chile, en México y otras partes—, las encuestas estándar se van a equivocar. Una sociedad acumula odio contra el sistema de partidos que causó su decepción. Paulatinamente, migra hacia “independientes” o “indecisos”. Allí, con diversos argumentos, macera emociones.