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¿Avance en zigzag?
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Cinco meses atrás, el Supremo Tribunal Federal (STF) estaba votando el fin del Foro Privilegiado por 8 a 0, cuando el juez Dias Tóffoli pidió para revisar la propuesta y suspendió la votación. Hace unas semanas, Tóffoli devolvió la propuesta y el STF va a retomar la votación el 2 de mayo.
¿Por qué esto es importante? Porque la principal protección a los corruptos en Brasil es el Foro Privilegiado, que impide que 55 mil políticos y autoridades sean juzgados por jueces de primera instancia, como Sergio Moro.
Marcelo Odebrecht fue juzgado y condenado porque no tenía Foro Privilegiado. Lula tuvo el mismo destino de Marcelo por la misma razón. Los diputados, senadores y gobernadores corruptos de todos los partidos políticos tienen Foro Privilegiado. Se supone que el STF debería enjuiciarlos, pero las condenas son rarísimas, permitiendo así que los corruptos sigan sus actividades y que sus delitos prescriban.
El fin del Foro Privilegiado va a enviar a cientos de políticos corruptos hacia la primera instancia. No todos los jueces federales tienen la honradez ni la competencia de Sergio Moro, pero los corruptos ya no contarán con la protección del STF. Los juicios y condenas a los corruptos se multiplicarán por todo el país.
Además, los esfuerzos de movilización del PT y de sus aliados, contra la prisión de Lula, no han producido la reacción social anunciada, y el aluvión de hábeas corpus de los abogados de Lula tampoco está resultando. La prisión cumplió sus primeros 10 días en normalidad.
Si se anula o se reduce significativamente el Foro Privilegiado, podríamos decir que el Brasil está avanzando, aunque, en forma zigzagueante, en la lucha contra la corrupción.
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