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Incertidumbres electorales
“Quien logre crecer lo suficiente para disputar la segunda vuelta con Bolsonaro puede llegar al Palacio de Planalto”.
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A menos de seis meses de las elecciones, la incertidumbre en Brasil es alta. Lula está fuera de carrera, pero su espacio electoral populista se mantiene. Ese espacio no es menor al 30% y se ha fortalecido con la Bolsa Familia, promovida por Lula y Dilma, y tiene simpatía por los discursos populistas.
Los conservadores ya tienen su candidato, Jair Bolsonaro, un partidario del orden, de las empresas estatales y de la continuidad del proteccionismo. Visto como el principal opositor a Lula, Bolsonaro tiene un 20% de intención de voto en todos los escenarios.
En gran medida, quien logre crecer lo suficiente para disputar la segunda vuelta con Bolsonaro puede llegar al Palacio del Planalto. En estos momentos, Marina Silva es quien está mejor posicionada, con 12%. Ella no es vista como corrupta, ha captado 5% de los votos de Lula y puede captar más. Muy cerca de ella está Ciro Gomes, un fiel representante del tradicional populismo del noreste brasileño, con 10%.
Tanto el PSDB, de Fernando Henrique Cardoso, como el MDB, de Michel Temer, están luchando por conformar coaliciones para posicionarse como la opción de centro, y evitar un posible desastre electoral. Los liberales, defensores de la apertura comercial, hacen pedagogía, pero están fuera de carrera. El PT aún no tiene un candidato alternativo a Lula, pero podría lanzar uno suyo o apoyar a un aliado.
El ambiente está muy fluido, y otros contendores podrían surgir, pero tres sentimientos van definir quiénes vencen: el rechazo a la corrupción, el deseo de renovar la clase política y la dependencia del populismo. Si los dos primeros predominan, las perspectivas de Brasil pueden mejorar.
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