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[OPINIÓN] Álvaro Henzler: “Defender la democracia”
“Mi bandera es un Perú donde nadie cambie a los árbitros para obtener el resultado que le interesa”.
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Los peruanos amamos nuestra bandera. Una amplísima mayoría defiende los principios democráticos y republicanos que ella representa. Diez ciudadanos nos unimos para dar un mensaje de alerta y urgencia. Una cantante y un líder social, una economista y un abogado, una dirigente gremial y uno sindical, un cronista y una historiadora, un emprendedor y una empresaria. Nos une este mensaje:
“Tengo miedo. Pienso que la razón de ser de la democracia es la separación de los poderes del Estado. Si abandonamos este principio, nos traicionamos… El Congreso sí puede acusar a la Junta Nacional de Justicia, como lo hizo con los corruptos de “los hermanitos” hace 5 años. Pero ahora lo intenta sin evidencia de falta grave, sin un procedimiento claro, y buscando sacar a todos de golpe.
Mi bandera es no permitir esos atropellos en mi país.
Mi bandera es una democracia con poderes balanceados, donde ni el Congreso ni el Ejecutivo quieran tomar el control de todo.
Mi bandera es un Perú en el que una argolla de pocos no quiera cambiar el destino de todos siguiendo sus intereses egoístas y hasta ilegales.
Mi bandera es un país en el que todos podemos discrepar, pero sí estar de acuerdo en algo: que las reglas de la democracia no se tuercen.
Mi bandera es un Perú donde nadie cambie a los árbitros para obtener el resultado que le interesa.
Mi bandera tiene poderes independientes y no voy a dejar que uno manche a otro.
Mi bandera es un país con futuro, y en ningún país que quiera ser desarrollado se destituyen magistrados con argucias.
Por nuestra bandera han dado la vida miles de peruanos dignos. Por ellos, por nosotros y por nuestros hijos, respetemos el balance de poderes con que nació la República”.
Naciones Unidas, 8 países amigos del país —7 miembros de la OECD—, instituciones civiles, empresariales y sindicales, analistas y líderes de opinión de diversas tendencias han señalado al menos una alerta sobre el peligro que significaría que el Congreso destituya a toda la JNJ. Al analizar con cuidado la moción congresal, se encuentra acusaciones sin evidencia, posibles ambigüedades legales y juicios de criterio y oportunidad en pronunciamientos no vinculantes de la JNJ. Bajo ningún aspecto, una falta grave comprobable y evidente. Más bien sus promotores han señalado abiertamente sus antipatías ideológicas a miembros de la JNJ y a quienes creen ellos que la Junta representan. Sería muy peligroso para nuestra democracia que nuestras válidas simpatías ideológicas se entrometan en las convicciones democráticas de Estado de derecho y separación de poderes. Ello corresponde más a un mundo político totalitario y menos a uno democrático.
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