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[OPINIÓN] Ariel Segal: Gorbachov postergado (II)
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Mijail Gorbachov, quien falleció recientemente, soñaba con mantener a la Unión Soviética (URSS) unificada, y con ese fin propuso un referéndum, en 1991, por el cual las 15 repúblicas acordaron este proyecto a cambio de más autonomía y libertad. Además, permitió por primera vez que los soviéticos eligieran, libremente, a parlamentarios y presidentes de cada república –como Rusia lo hizo con Boris Yeltsin en 1991–, por lo cual, si aun el Partido Comunista concentraba el mayor poder, el proceso de liberalización económica y política era un hecho consumado.
Gorbachov sabía que si la democratización de la URSS avanzaba demasiado de prisa, las fuerzas reaccionarias lo impedirían, y si lo hacía muy lento, los reformistas oportunistas aprovecharían para sus ambiciones de poder, pero no pudo evitar que ambos grupos actuaran en 1991 primero, con un fallido golpe de Estado organizado por el ala dura del Partido Comunista y luego, cuando Yeltsin tomó el poder total y el 8 de diciembre de ese año negoció, secretamente, el Acuerdo de Belavezha, que formaliza la separación entre Rusia, Bielorrusia y Ucrania (este es el punto de partida del reconocimiento de las fronteras entre los tres países que el sucesor de Yeltsin, Putin, ha rechazado al invadir Crimea en 2014 y el resto de Ucrania en 2022).
El hombre postergado por sus rivales y aliados intentó conducir a las exrepúblicas soviéticas, hoy en su mayoría dictaduras, hacia la democracia y logró firmar los mayores tratados de recortes de armas nucleares de la historia.
Si bien el populismo de Yeltsin y la tiranía de Putin han pisoteado su legado, Gorbachov nos da la ilusión de que, a veces, un estadista puede hacer rodar las ruedas de la historia hacia la paz y la libertad.
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