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[OPINIÓN] Camila Bozzo: Equilibrio destructivo
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Desde hace poco más de medio año estamos enfrascados en una letanía destructiva, en una angustiosa espiral de devastación institucional y, qué duda cabe, moral y anímica: con un gobierno que, con su enfoque rentista y patrimonialista de la política, erosiona el aparato estatal y daña la gestión pública y, al frente, con un Congreso que parece estar pasmado y que acaso ha optado convenientemente por mirar de soslayo. Mientras tanto, los peruanos observamos desde el patíbulo cómo nuestros verdugos se alinean empujados por un instinto primitivo de supervivencia.
Y es que linda con lo inverosímil que, ante el cristalino afán destructivo del gobierno y ante los indicios de corrupción que circundan Palacio, el Congreso haya optado por rehuirle a su rol constitucional de fiscalización (con claras excepciones). Desde el inicio de este gobierno, solo cinco ministros han sido interpelados y uno censurado, a pesar de la retahíla de personajes cuestionados que se han calzado el fajín. A Gallardo le permitieron conspirar contra la educación de calidad durante más de dos meses y a Silva, patrocinador del transporte informal, durante siete.
La admisión a debate de la moción de vacancia (con 76 votos a favor) parece obedecer antes a un ejercicio de calculismo político y a un afán de redención ante la ciudadanía que a una genuina intención fiscalizadora. El perdón concedido al ministro Condori, hecho que, por cierto, constituye un bayonetazo mortal a la moción de vacancia, es prueba de ello. ¿Acaso la mayoría de los congresistas se sobresaltó ante el amague de adelanto de elecciones? ¿O acaso, como algunos han deslizado, la inminente liberación de Alberto Fujimori ha sofocado el ímpetu fiscalizador de un sector congresal?
Sería prematuro sacar conclusiones categóricas, pero lo concreto es que subleva que nos gobiernen aquellos a los que les sabe a nada la estabilidad y el desarrollo del país. Ante el torrente destructivo, los ciudadanos, la sociedad civil y los medios (que por cierto están jugando un rol fiscalizador fundamental) tenemos que constituirnos como diques de contención. No perdamos nuestra capacidad de indignarnos, no perdamos nuestra voz.
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