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[Opinión] Camila Bozzo: Más Estado y más autoritarismo
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No podemos negar que, por lo menos en el plano emocional, el simbolismo reivindicatorio y justiciero del mensaje de Castillo fue certero. Más allá del incuestionable progreso económico y social de las últimas décadas, todavía estamos lejos de ser un país moderno e inclusivo. Todavía hay enormes brechas por cerrar y hondas fracturas sociales que nos impiden construir un verdadero proyecto republicano.
Sin embargo, y me perdonarán el pesimismo o más bien el realismo escéptico, no creo que en el próximo quinquenio se emprendan las reformas estructurales para alcanzar ese país moderno al que todos aspiramos. La improvisación y las recetas trasnochadas enarboladas por Castillo amenazan con desandar lo avanzado e incluso con reducir algunas de nuestras libertades.
Su mensaje de ayer es una confirmación de que no habrá deslinde alguno de Cerrón ni de la línea radical y maximalista de Perú Libre. A lo largo de su discurso mostró un talante autoritario: planteó que las Fuerzas Armadas participen en proyectos de desarrollo, el regreso al servicio militar obligatorio, expulsar a delincuentes extranjeros e incluso regular a los medios. Pero no solo quedaron expuestas sus intenciones de forjar un Estado controlador en lo social, sino también en lo económico. Planteó que el Estado tenga un rol preponderante en la economía con propuestas como que el Banco de la Nación compita con los bancos comerciales o que Petroperú participe en todas las actividades de la industria petrolera con el objetivo de “regular los precios finales”. Incluso, sostuvo que buscará cambiar la Constitución para terminar con los contratos de estabilidad tributaria que, como sabemos, son utilizados en todo el mundo para otorgar confianza y seguridad jurídica a los inversionistas.
Castillo también anunció el aumento del presupuesto en distintos sectores, ampliar programas sociales y otorgar bonos, y no explicó cómo financiará sus propuestas. En suma, su mensaje tuvo una alta dosis de demagogia, autoritarismo e intervencionismo, la combinación perfecta para el fracaso.
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