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[Opinión] Camila Bozzo: ¿Quieren los peruanos una nueva Constitución?
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Para un sector de personas vinculado a la política (entre ellos Cerrón y sus adláteres), la mayoría de peruanos, al elegir a Castillo (el inminente presidente del Perú), quiere cambios radicales del modelo económico. Sin embargo, no hay que ser muy taimado para constatar que esta narrativa hace agua por todos lados.
Según la última encuesta de Datum, la gran mayoría de peruanos (incluyendo los que votaron por el lápiz) se opone a las propuestas de campaña más emblemáticas de Castillo: prohibición de importaciones, revisión de los tratados de libre comercio y control de precios. Además, la encuesta revela que el 63% de peruanos cree que deben hacerse algunos cambios a la Constitución, el 14% ninguno y solo el 20% considera que debe cambiarse por completo. Es decir, el 77% de peruanos no quiere que se redacte una nueva Constitución ni que se hagan cambios radicales. Encuestas previas arrojan resultados similares (ejemplo, Ipsos mayo).
No hay que recurrir a un ejercicio de hermenéutica rocambolesco para concluir que la mayoría de peruanos no quiere que se cambie el modelo de economía social de mercado por el de una economía mixta (Estado interventor), tal como lo plantea Castillo con su Plan Bicentenario y con su propuesta, que hasta el momento parece irrenunciable, de convocar a una Asamblea Constituyente.
La misma encuesta de Datum revela que, para los peruanos, las prioridades del próximo gobierno deben ser la mejora de la salud y educación, la lucha contra la pandemia y el impulso a la economía y el empleo. Es natural, entonces, que uno se pregunte si es que acaso lo que en realidad quiere la mayoría es que el Estado los alcance con servicios básicos de calidad para que así puedan ser incluidos en la modernidad que muchos ya abrazan. Y si acaso para lograrlo es necesario cambiar la Constitución. Castillo debe ponderar la opinión de la mayoría de peruanos antes de tomar la senda de la planificación social y económica en función de unas fórmulas decimonónicas y probadamente fallidas que traerán más precariedad y que, a la postre, podrían despeñarlo del poder.
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