Por el lado fiscal, tampoco hay buenas noticias. Según el Banco Central de Reserva, el déficit fiscal con respecto al PBI ya supera el 1.6% en agosto de 2022 y con una clara tendencia ascendente. Si le sumamos un entorno internacional inflacionario y con altas tasas de interés que ya golpea nuestra economía, vemos que el panorama no es alentador. Un régimen muy inestable que da señales negativas para la inversión privada como la prohibición de la tercerización laboral, por ejemplo, y la pérdida de liderazgo del MEF, que era una garantía de un manejo económico responsable, han terminado por destruir la confianza del privado. Sin inversión no hay empresas, sin empresas no hay crecimiento y sin crecimiento no hay empleo. Así de simple.