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[Opinión] César Luna Victoria: “Al pan, pan y al vino, vino”
Hace un año murieron Brian Pintado e Inti Sotelo, presumiblemente por disparos de la policía. Protestaban contra el gobierno de Manuel Merino. Renunció. Horas después Francisco Sagasti, al asumir la presidencia, les pidió perdón y les rindió homenaje, eran los defensores de la democracia. Como corolario, la Fiscal de la Nación denunció a Merino por homicidio. Días después morían Jorge Muñoz y Reynaldo Reyes, presumiblemente por disparos de la policía. Protestaban contra la Ley de Promoción Agraria. Se modificó. Pero no hubo perdón ni homenaje, ni eran defensores de nada. Tampoco hubo corolario: Sagasti no fue denunciado.
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Hace un año murieron Brian Pintado e Inti Sotelo, presumiblemente por disparos de la policía. Protestaban contra el gobierno de Manuel Merino. Renunció. Horas después Francisco Sagasti, al asumir la presidencia, les pidió perdón y les rindió homenaje, eran los defensores de la democracia. Como corolario, la Fiscal de la Nación denunció a Merino por homicidio. Días después morían Jorge Muñoz y Reynaldo Reyes, presumiblemente por disparos de la policía. Protestaban contra la Ley de Promoción Agraria. Se modificó. Pero no hubo perdón ni homenaje, ni eran defensores de nada. Tampoco hubo corolario: Sagasti no fue denunciado.
La misma protesta rebalsando lo razonable y la misma reacción violenta de la policía: ¿por qué unos muertos duelen más que otros? Otro caso similar: Pedro Pablo Kuczynski renunció porque el Congreso lo iba a vacar por supuesta influencia indebida al asesorar a Odebrecht; pero el presidente Pedro Castillo sigue a pesar de que está probada su influencia inconstitucional en los ascensos de militares. Otro, más reciente: el ministro de Transportes no será interpelado por el Congreso, a pesar de haber ordenado beneficios a los transportistas informales, siendo uno de ellos. ¿Por qué los conflictos de interés en unos casos nos escandalizan y en otros se toleran?
La verdad es que discriminamos las cosas según sean políticamente correctas. Pero el problema es más grave, porque no se puede discutir. No hay ideas políticas detrás que puedan ser cuestionadas por otras razones en un debate, ni programas económicos cuyos costos se puedan comparar contra sus beneficios. Lo que sobran son intereses mezquinos que se persiguen sin importar si dinamitan intereses públicos. Son los casos de los transportistas informales que destruyen la reforma del transporte público; o los sindicatos de maestros y los promotores de universidades bamba que destruyen la reforma educativa; o las medidas económicas para subir los salarios del pueblo, cuando su capacidad adquisitiva es destruida por el mismo Gobierno por la inflación y por la devaluación que producen sus incertidumbres. En otras épocas hubiesen rodado cabezas. ¿Por qué Merino sí y Sagasti no? ¿por qué Kuczynski sí y Castillo no? ¿Es que ahora no es políticamente correcto porque el riesgo es que el poder pase a otras manos? Eso es hipocresía. Debemos retomar la democracia, que establece igualdad frente a la ley, para sancionar igual a las mismas conductas. Recuperar esos tiempos por la justicia, caiga quien caiga, sean unos o los otros.
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