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[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Japi berry tu yu”
“Nos va mal y vamos perdiendo orgullos y esperanzas. Pero donde el fracaso estaba cantado, logramos éxitos inimaginables”.
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Jesús fue liberal y capitalista. Cuenta el evangelio de Juan que expulsó a los mercaderes del templo porque lo profanaban. Pero el mercado era parte del lugar sagrado. Allí se vendían palomas y corderos a los peregrinos para que los ofrecieran en sacrificio. Lo que indignó a Jesús no fue el mercado a las puertas del templo, sino que algunos comerciantes se coludieran con los sacerdotes para armar un monopolio con precios de especulación. La profanación era el lucro por corrupción, la violación de la libre competencia. En otros evangelios (el de Lucas, de Mateo y de Los Nazarenos), se cuenta que el Señor, estando por viajar, llamó a tres siervos y entregó cinco talentos al primero, dos al segundo y uno al tercero. Calculando, talento era una moneda de oro que equivalía a lo que un romano podía ganar en 16 años de trabajo. De regreso, el Señor pidió cuentas. El siervo que recibió cinco devolvió 10; el que recibió dos devolvió cuatro; y el que recibió uno lo devolvió tal cual. Señor, dijo, temo tu justicia y, en lugar de perderlo por negociar, lo dejé bajo tierra para devolver lo que es tuyo. El Señor acogió a los dos primeros siervos y les dio más de lo que habían duplicado. En cambio, al tercero lo llamó inútil y lo expulsó. Afuera, cuentan los evangelios, era llanto y crujir de dientes. El paraíso se gana arriesgando.
Hay días en que sentimos que nos parecemos a este tercer siervo. Nos va mal y vamos perdiendo orgullos y esperanzas. Pero donde el fracaso estaba cantado, logramos éxitos inimaginables y, contra toda lógica, ganamos guerras imposibles. Ocurrió con la agricultura en la costa, con más arena que tierra, casi sin agua, ni carreteras ni puertos adecuados y cargando el descalabro de la reforma agraria a cuestas. Hace 40 años no producíamos espárrago, en 15 años llegamos a ser primer exportador mundial. Tampoco producíamos palta hace 30, ni uva de mesa hace 20, ni arándanos (blue berry) hace 10. Ahora somos segundos en palta y primeros en uva y arándanos. Lo único que teníamos era clima. Todo lo demás lo tuvimos que hacer. El Estado aportó lo suyo, trajo agua. Chavimochic, Olmos, Pasto Grande, Jequetepeque-Zaña, Majes-Siguas, Chira-Piura y Chinecas son las obras de irrigación que iniciaron el milagro. Fueron 7 mil millones de dólares. Aun así, a la costa solo llega el 2% del agua dulce del país, el resto se va al Atlántico por el Amazonas.
También celebró tratados de libre comercio para abrir mercados a la exportación, firmó acuerdos para proteger patentes sobre variedades agrarias, dio incentivos fiscales, reguló el trabajo estacional del agro y Senasa impuso disciplina férrea para proteger los cultivos de plagas y enfermedades. El capital privado apostó por la investigación y hoy somos líderes en genética agraria. No todo fue felicidad, se sustituyeron cultivos que no eran competitivos, con grandes pérdidas. Uno cree que la agricultura es una actividad básica, que basta arrancar la fruta del árbol. No es así: compre fruta y, aunque la tenga en el refrigerador, a los dos días ya fue. Ahora intente: mándela a cruzar océanos y, después de semanas de viaje, que llegue fresca y sabrosa a los mercados. Ese es el enorme valor agregado. En esa tarea, los trabajadores aprendieron a regar, utilizar fertilizantes, combatir plagas, ralear cultivos, cortar racimos, enfriar, empacar y almacenar. Los más competitivos ganan tres veces el salario mínimo.
Pero hay que seguir sembrando: trasvase de aguas, con solo traer a la costa el 1% que se va al Atlántico duplicamos la producción y tendremos pleno empleo. Estabilidad política, porque el desarrollo de nuevas variedades toma entre 10 y 20 años. Acuerdos políticos, para que no se tomen carreteras justo cuando los contenedores deben salir a puerto. Carreteras y puertos, que están saturados los que hay. Acuerdos financieros, para reprogramar deudas cuando toca El Niño. Ha sido una epopeya conjunta de Estado, empresarios y trabajadores. Funciona. ¿Qué esperamos? A replicarla en otros sectores, que sí se puede. No todo es mala noticia.
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