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[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Lo que el viento nos dejó”
“Somos un país con el 60.5% de la población pobre o con alto riesgo de serlo. Esa es una situación muy grave, porque la urgencia de la pobreza siempre presiona por salidas desesperadas”.
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Parece que El Niño dupletea el año que viene. En este primer tiempo, los desbordes de los ríos y los huaicos de siempre han impedido evaluar otros asuntos. Como la bancarrota del SVB (Silicon Valley Bank) y la del CS (Credite Suisse). El primero se declaró en quiebra para su liquidación ordenada; en tanto que el segundo, en una fusión forzada, ha sido adquirido a precio de regalo por la UBS (Unión de Bancos Suizos). Por el momento, hay liquidez en el sistema, los inversionistas no corren a retirar sus depósitos y los bancos centrales de los Estados Unidos y de Europa respiran aliviados. Se ha evitado el contagio financiero. ¿La causa de la bancarrota? Algunas pérdidas que afectaron la confianza. Evitable, si se hubiesen detectado a tiempo. A diferencia de la crisis de 2008, esta vez los gobiernos no han rescatado a los bancos, porque ya no se ve bien que el dinero público salve empresas privadas. En cambio, como remedio, se anuncian mayores regulaciones para detectar desajustes y corregirlos tempranamente. En el péndulo de la vida, la libertad absoluta para hacer negocios va en retroceso. El nuevo liberalismo saldrá mezclado de interés público.
Por aquí, en apariencia, el adelanto de las elecciones parece enterrado. El Congreso no lo aprobó y la protesta, en vez de crecer, ha desaparecido. Sin embargo, aparecen tres hechos nuevos. Uno: la protesta está latente, regresará con fuerza en julio, lo anuncian algunas organizaciones regionales. Dos: la presidente anda en problemas mayores porque, a su muy baja aprobación, agrega denuncias (a) por financiamiento irregular en su campaña electoral que, por lo mismo, estuvieron presos Ollanta, Nadine y Keiko; y, (b) por la muerte de 62 personas durante las protestas, la última es la de Rosalino Flores asesinado por 36 perdigones en la espalda, con video incluido, que dará lugar a investigaciones fiscales y a una adversa opinión internacional, más allá de los círculos de influencia de la izquierda. Tres: lo pide, a su modo, el gran capital privado.
Lo explico. En “Perú: Perfil de la Pobreza 2011 – 2021", el INEI confirma lo que se sabe, que la pandemia nos retrocedió 10 años en la lucha por ser un país mejor. Ahora el 25.9% de la población es pobre. Sume otro 36.6% que es vulnerable, porque cualquier desajuste, la inflación, por ejemplo, los arrastra a la pobreza. Entonces, somos un país con el 60.5% de la población pobre o con alto riesgo de serlo. Esa es una situación muy grave, porque la urgencia de la pobreza siempre presiona por salidas desesperadas. ¿Cómo dejar de serlo? Se sabe que la pobreza se socorre con subsidios, se alivia temporalmente con inversión pública, pero solo se supera con trabajo adecuado. Esa calidad de trabajo se genera en empresas competitivas, usualmente exportadoras o asociadas a ellas, que requieren gran inversión privada. Pero esa inversión está paralizada hasta que se aclare el panorama político y se elijan nuevas autoridades. Es un modo sutil de pedir el adelanto de elecciones.
Para cuando ocurra, debiéramos tener debatidos y acordados programas para incorporar a la agricultura andina (que no es competitiva, pero es la que nos alimenta y da más trabajo) y a los negocios de las provincias aimaras (que comercialmente son competitivos, pero informales). Fíjese que ellas son las que han promovido las protestas, exigiendo mayor cuota de participación política, pero que podrían también ayudarnos a salir de la pobreza si, al mismo tiempo, debatimos y acordamos su incorporación económica. La solución se presenta como una alianza entre lo público y lo privado, de lo moderno y lo tradicional. No se excluyen.
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