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[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Si estás de cabeza, el sur es el norte”
“¿Cómo pactamos políticamente? Con inteligencia, para saber mejor qué quieren y qué necesitan. Con corazón, porque este país es también de ellos”.
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El 28 de diciembre, la Asociación Macro Sur anunció que el 4 de enero retornarían las medidas de lucha, que es una frase políticamente correcta para lo que es vandalismo puro para bloquear carreteras, destruir propiedades, hacer pillaje y agredir a la Policía. Esa asociación la integran organizaciones de las regiones del sur del país. Sus reclamos: el cierre del Congreso golpista, la renuncia de la usurpadora Dina Boluarte y procesarla por el asesinato de los muertos en los enfrentamientos con la Policía, el adelanto de las elecciones para 2023, una asamblea para cambiar la Constitución y la libertad de Pedro Castillo. Si no lo consiguen, se separan del Perú. La Fiscalía ha respondido con investigaciones preliminares. Se trata de un delito que viola el artículo 43 de la Constitución, que establece que el Estado es uno solo e indivisible y el artículo 325 del Código Penal que sanciona los atentados contra la integridad del territorio nacional. Sin embargo, las pretensiones son políticas y hay que entenderlas políticamente. La separación puede parecer una extravagancia pero no lo es y haremos mal en minimizarla.
Hay un antecedente. En abril de 2004, en Ilave, se pidió la renuncia de su alcalde, Cirilo Robles, por corrupto. Una turba lo saca de casa, lo tortura en plena calle y lo asesina a patadas. Luego, la Contraloría lo exculparía de cualquier irregularidad. Todo había sido instigado por el teniente alcalde Alberto Sandoval, que quería quedarse con el cargo. Fue condenado a 30 años por homicidio. Sin embargo, a pesar de lo horrendo del crimen, la violencia continuó para imponer como alcalde a un dirigente, violando las normas electorales para sustitución de autoridades. Como ahora, también se argumentó que esa violencia era financiada por el contrabando, la minería ilegal y el narcotráfico. Seguro que sí, pero eso no explica la participación de tanta gente, por tantos días en huelgas y ollas comunes.
Cuando se entrevistaba a pobladores anónimos, ¿por qué no se respeta la ley? Contestaban, ¿qué ley? Nosotros no hemos aprobado esa ley, nadie nos ha consultado. Si perteneciéramos a una nación, el gobierno nos habría preguntado si queremos hacer esto o lo otro. Nunca se han acordado de nosotros. Allá tenemos la bandera boliviana; del otro lado tenemos la bandera chilena. Si no nos quieren acá, decidamos de una vez si nos vamos a una bandera o a otra. Lima se lleva nuestra plata y en Lima se resuelven las cosas. Así no es pues, caserita. Aquí tenemos tres culturas (aimara, quechua y criolla), somos tres naciones con culturas e idiomas distintos. Nosotros (aimaras) somos diferentes. Estamos olvidados. Por eso queremos hacer una nación aimara. Busquen en YouTube las entrevistas bajo el nombre de Cirilo Robles. Ese no respetar la autoridad ni la ley tiene un dato que no tenemos presente: en el referéndum de 1993 para aprobar la Constitución solo el 10% de la región votó a favor.
Ese es el punto duro. La mayor parte de la gente común y corriente del sur, libre de agitadores violentos, se ha sentido por mucho tiempo postergada. Ese olvido quita legitimidad al poder central; por eso se le enfrentan, porque creen que de nada les sirve. Es un sentimiento que no se puede contestar solo con fundamentos legales ni con represiones policiales. Hay que empezar sabiendo que no nos quieren. ¿Cómo pactamos políticamente? Con inteligencia, para saber mejor qué quieren y qué necesitan. Con corazón, porque este país es también de ellos y tenemos que aprender a compartirlo. Eso es lo que nos trae el Año Nuevo. No es malo en sí. Nos hará mejores si sabemos acercarnos. Que sea realmente un feliz año.
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