Segundo, que son la comidilla de políticos, analistas, periodistas, líderes de opinión, trolls, y uno que otro influencer yapero. A esa “minoría informada” sí parece importarle estas cuestiones de Estado. Son un grupo muy diverso, pero suelen adoptar dos posturas irreconciliables: la de quienes anuncian dictaduras y el fin de la democracia, se acuestan y despiertan pensando en el fujimorismo y la ultraderecha; y la de quienes se declaran anticomunistas y anticaviares, quieren desratizar las instituciones del Estado —en particular la Justicia y los órganos electorales— y pierden el apetito de solo pensar en el lagarto.