Luego del sensible fallecimiento del primer vicepresidente Nano Guerra García, la Mesa quedó en manos de tres congresistas con serios cuestionamientos a su capacidad y a su integridad moral. Las denuncias de copamiento en la segunda vicepresidencia no son tan sorprendentes si tomamos en cuenta que esta cayó en manos del partido que, al mando del golpista Pedro Castillo, hizo del copamiento institucional práctica rutinaria. Sí, en cambio, aquellas en la tercera vicepresidencia, que además se vio empañada por conductas personales muy reñidas con la ética y la dignidad del cargo. Sumadas a las ya conocidas objeciones al actual presidente, es inevitable la sensación de que esta Mesa Directiva no aporta valor a un Congreso ya desprestigiado, y de que es momento de plantear un recambio total de sus integrantes. Espero que así lo entiendan mis colegas.