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[Opinión] Felipe Morris: Se viene un año difícil e incierto
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La economía peruana en 2023 navegará en aguas turbulentas a pesar de la tranquilidad de empezar el año con un gobierno más serio. Ya llevamos varios trimestres de desaceleración y este débil desempeño continuará este año. Difícilmente creceremos más de 2.5%, por debajo de las estimaciones de crecimiento del FMI para el mundo (3.8%) y para la región (2.6%). Nos afectará la inestabilidad política alimentada por una izquierda radical y por las próximas elecciones en 2024; la continuación de la guerra entre Rusia y Ucrania; y el retador entorno internacional, donde tres motores de crecimiento, China, EE.UU. y Europa, estarán funcionando a media máquina por diversas causas. Una gran incógnita es la magnitud de la desaceleración de la economía mundial, en particular de EE.UU.
El consumo privado que impulsó nuestro crecimiento en 2022 perderá fuerza porque se terminaron los retiros de fondos de AFP y CTS, y otros ahorros. La inversión privada, que en 2022 tuvo un nulo crecimiento, se expandirá menos de 1% en 2023, afectada principalmente por la incertidumbre política interna, pero también por las pobres expectativas de crecimiento de la economía mundial y de nuestros principales socios comerciales. La inversión minera cayó 6% en 2022 y se espera que se contraiga 16% este año, no por la ausencia de proyectos, sino por el contexto político y el desinterés de las autoridades en promoverlos. A pesar de que nuestra inflación está cediendo y es más baja que en países vecinos, continúa siendo alta (8.45% anualizada a noviembre), lo que dificulta pensar en una política monetaria menos restrictiva del BCRP. Las tasas de interés se mantendrán altas.
El gobierno acaba de anunciar el programa Con Punche Perú para reactivar la economía, pero difícilmente implicará un crecimiento adicional del PBI de 1.2%, como se mencionó. El programa ayudará a reducir presiones de algunos segmentos de la población, pero para crecer más rápido no bastan medidas cortoplacistas sectoriales, y la propuesta de mayor impacto, que sería la culminación de obras públicas inconclusas, no será implementada durante el año, más allá del análisis de las mismas. Solo un entorno político y social más estable y una mejora en gobernabilidad se traducirá en mayor inversión privada, ingresos y empleos en los próximos meses, mejorando la calidad de vida de la población e incluso reduciendo la pobreza. En conclusión, se nos viene un año difícil, con mucha incertidumbre tanto en el frente externo como interno. Nuestro crecimiento a mediano plazo requerirá reformas estructurales que no se ven en el horizonte.
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