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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevallos: Dinámica de la tiranía
Dinámicos y Tiranos del Centro se dedicaban a extorsionar gente en la expedición de brevetes y a vendedores informales por dejarlos vender en la calle. Perú Libre no aprovechó el gobierno regional y local para generar oportunidades para esos peruanos. Las grabaciones que han trascendido en medios nos han permitido saber que les quitaron la poca plata que tienen para financiar la campaña, pagar indemnizaciones y hacerse de un local partidario en Lima, entre otros gastos.
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Dinámicos y Tiranos del Centro se dedicaban a extorsionar gente en la expedición de brevetes y a vendedores informales por dejarlos vender en la calle. Perú Libre no aprovechó el gobierno regional y local para generar oportunidades para esos peruanos. Las grabaciones que han trascendido en medios nos han permitido saber que les quitaron la poca plata que tienen para financiar la campaña, pagar indemnizaciones y hacerse de un local partidario en Lima, entre otros gastos.
El prófugo alcalde Huancayo, Juan Carlos Quispe Ledesma, se ufanaba de su suerte de ser alcalde: “Vamos a almorzar a la una (…) estoy llevando unas cinco venezolanas (…) sin saber leer y escribir, alcalde de Huancayo”. Así elige Perú Libre a los cuadros a quien encarga responsabilidades, y tenemos, en estos pocos meses de gobierno, abundantes pruebas. Los Tiranos del Centro cobraban 150 mil soles mensuales en cupos, según la fiscal Bautista. Difícil olvidar los audios de Los Dinámicos, cuando hablaban de otorgarle brevete a un daltónico: “Tendrá que pagarme 50 soles más para ayudarle (…) no ve nada, chinito (…) ya, ya, ya, 40", y las declaraciones de taxistas frente a cámaras que reconocían que les cobraban entre 700 y 1,200 soles por brevete y que no había manera de sacarlo de manera correcta.
La prensa a la que el presidente llama chiste y que el gobierno maltrata casi a diario es la que nos ha permitido saber las barbaridades que se han hecho en distintos sectores y que han sido corroboradas y ampliadas en entrevistas recientes de varios exministros, un exsecretario de la presidencia y otros funcionarios renunciantes. Sobre el presidente y el gobierno, Avelino Guillén ha dicho a El País: “(…) no hay plan (…) se llena la boca invocando al pueblo (…) pero es una palabra al vacío porque no tienen el más mínimo respeto por el pueblo (…) es una extrema informalidad (…) la Contraloría advirtió que las reuniones del señor presidente tienen que ser en su despacho, en Palacio, y eso fue en los primeros días (…) persistió en la conducta de las reuniones en Sarratea (…) piensa que puede hacer lo que le da la gana (…) por eso presenta al ministro de Salud (…) y punto, y se acabó: porque es parte de una cuota partidaria”.
A las renuncias de funcionarios de nivel, se acaba de sumar la de Gabriela Jiménez, directora de Inmunizaciones del Minsa. Denuncia que la nueva gestión no convocaba a su equipo y casos de intrusismo (ejercicio de la profesión sin titulación o autorización debida, según Google), entre otras perlas.
Cuando el primer ministro respondió a la prensa después de las denuncias de Jimena Pinto, su secretaria de comunicación social, también dijo que todos los ministros están cumpliendo bien sus funciones. Parecería que no va a haber cambios y está asumiendo la misma posición que su antecesor de querer ser bala de plata. Es claro que el presidente Castillo en este gabinete priorizó tener 44 votos para evitar una posible vacancia. Este gabinete no merece la confianza, pero existe el riesgo de que, si el Congreso se la niega, se vaya a un enroque para buscar una segunda negación y disolución del Congreso. No tendría apoyo popular, pero las reglas de lo posible para Perú Libre y el presidente son las que ya hemos resumido. Resulta cada vez más indispensable el pacto anticorrupción que ha sugerido Fernando Vivas en su última columna.
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