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[OPINIÓN] Hernán Díaz: “A romper las cadenas de 2023″

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Fecha Actualización
Por esas cosas que tiene el azar, esta columna sale un primero de enero. No sirve de nada hacer el clásico recuento de sucesos y desventuras propio de cada fin de año; para ello bastaría leer y releer los ríos de tinta que se han escrito en este y muchos otros diarios. Quizá, por el contrario, siendo el primer día de un nuevo año, corresponda trazar algún augurio o predecir en este impredecible país qué nos depara el futuro.
Lo cierto es que la viabilidad del Perú como país en vías de desarrollo supone un cambio de rumbo, un giro de 180 grados, radical, intenso y definitivo. Ser gobernados por personas que, cegadas por la mala fama y peor fortuna, no tienen reparo alguno en estrechar lazos con economías ilegales, mercados negros o con organizaciones criminales, como la minería ilegal, la trata de personas, el tráfico de terrenos, la delincuencia organizada, el narcotráfico, entre muchos otros males, solo puede llevarnos de las endebles vías del desarrollo que recorremos al más profundo subdesarrollo, donde las tasas de pobreza, íntimamente ligadas a las de violencia, sean tan abrumadoras que hagan del camino de retorno un sendero inalcanzable.
Porque son ese tipo de personas quienes hoy llevan las riendas del país, toman las decisiones del presente y el futuro, y nadie o casi nadie ha plantado cara verdaderamente para intentar detener esa debacle institucional. Para que 2024 tenga una pequeña luz de esperanza sobre los muchos años que nos tomará recuperar la senda del desarrollo, se debe romper con esas cadenas de ilegalidad. Se debe reconocer y acusar a quien está atado a ellas y, sobre todo, plantear rutas de escape que sean recorridas por ciudadanos y ciudadanas que, aunque suene utópico, antepongan los intereses del país y, con ello, recuperar la esperanza de un Perú donde su gente viva en libertad, esa libertad que solo te da la no dominación, esa libertad que te da el poder decidir sobre tu propio proyecto de vida, esa libertad que no es otra cosa que el corazón de una verdadera república.