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[OPINIÓN] Hugo Palma: Gobernar es volar
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El avión “presidencial” cumple funciones diversas según las circunstancias. Transporta lo más valioso: heridos, medicinas, material de emergencia, etc.; y transportó, esperemos que ya no, valores diferentes: armas, drogas, pasajeros de ida, etc. Fue un tiempo “avión parrandero” y volaban contentos. Hoy sería “avión paseandero”. Vuelan todos: jefe de Estado, ministros, autoridades, congresistas, etc. ¿Gobernar desde escritorios en Lima? Hay que volar.
Vista la duración en los cargos, elegidos y nombrados de todo nivel, ubicación y función, suben al avión sin hoja de vida, pero con carry-on por llenar: jabón, lápices, billetes varios, proyectos, contratos, contactos y nuevas convicciones, partido político y posibilidades futuras. ¡Eso es dinamismo!
Atiende emergencias. Pero no las mismas. Cinco mil peruanos al sur del país dejan de ser pueblo; sin agua, empleo, atención médica, secuestrados. Avión a la torre “Tumbes: por aterrizar. Llamar a la portátil”. Sesión del Congreso para vacancia. “¡Soy inocente! Al aeropuerto.”
Las carreteras están bloqueadas. Ya ven; es indispensable priorizar el transporte aéreo. Quienes van por tierra deben entender que, aunque es delito, el gobierno del pueblo no “criminaliza la protesta social”. En vez, instalará “mesas permanentes de diálogo” cada 50 kms. para restablecer la circulación; hasta la próxima semana. ¡Y se quejan de que el país no avanza!
“No más gobernadores sin helicóptero”. Obvio. Veinticuatro de 25, ocupadísimos con la justicia penal, deben desplazarse rápidamente si el juez decide cambiarlos de domicilio. Y, por no tenerlo, la excepción ignora cómo crecen la coca y amapola en su barrio.
Los “cangrejistas”, hay excepciones, vuelan en la semana de representación intentando conocer las necesidades del pueblo. ¿Cambian cada mes? Y también, lo que autoridades y contratistas quieren. No es su función constitucional, pero hacen mucha “gestión”. Exige largas y frecuentes “visitas” a ministros y administraciones estatales. No las hacen públicas, porque siempre hay aguafiestas saboteando el progreso.
Vuelan todos al encuentro del Perú profundo. Está en un pozo; adonde saltan los chicos de la lampa a seguir cavando. Funcionarios, asistentes, familiares, amigos de la sopita nocturna no dejan de volar. Bolivia parece destino privilegiado de muchos vuelos; aunque se hagan por tierra. Y sería falta de delicadeza que la Embajadora preguntara si, “por casualidad”, habrían visto a servidores del pueblo que sufren persecución política.
Todo lo demás también vuela: alimentos, medicinas, combustibles y transportes, fertilizantes y facilidades de los funcionarios. “No más empleo formal en un país rico”. Y vuelan en pedazos los sobrevivientes. Y vuelan a donde sea millares de compatriotas por temor a dejar de ser parte del pueblo.
Pero nada de eso es problema del gobierno. Culpables son los 200 años anteriores. Y tampoco dice que la destrucción de Ucrania para “desnazificarla”, ya produce y producirá precios nunca vistos del trigo, maíz, medicinas y muchísimas cosas más sin las cuales los peruanos no podremos vivir.
Quienes no podamos volar, a amarrarnos los cinturones. La tormenta está llegando. ¿No lo cree? Igual; mejor amárrese.
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