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[OPINIÓN] Hugo Palma: “Que hable y que diga”
“El presidente Pedro Castillo no responde preguntas, pero sí a quienes le piden cosas, prometiéndoles todo y más; (..) lo que se dice comunicación, no hay”.
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Sí, él. Es el jefe del Estado quien invitó a la OEA a socorrer a su gobierno frente a la “…nueva modalidad de golpe de Estado…” en que se afanan “otros poderes del Estado”. La OEA expresó inmediato apoyo y decidió enviar un Grupo de Alto Nivel que llega el próximo domingo. El canciller sugirió al presidente del Congreso recibirlos el lunes 21 a las 10:00 a.m.
Curioso. La primera y más importante reunión debe ser con su invitante. ¿Será así? Además, quiere viajar a Tailandia. No debe ir a ninguna parte y el encuentro debe tomar el tiempo necesario para que entiendan qué quiere. Y no hay manera de saberlo sino escuchándolo. El presidente tiene que hablar. Para el DLE, es emitir palabras; cosa que obviamente hace mucho. Pero debe vincularse a “decir”, que es asegurar, sostener, opinar; todo ello con el único propósito de que las personas se entiendan.
El presidente habla a sus ministros, familiares, conocidos, paisanos, invitados a Palacio, oyentes más o menos “portátiles”, y quizá a la “prensa alternativa”. Y discursea ante públicos seleccionados en sus vuelos cuasi diarios o “cautivos” en la TV. No responde preguntas, pero sí a quienes le piden cosas, prometiéndoles todo y más. Pero lo que se dice comunicación, que es intercambio, preguntas, respuestas y repreguntas, no hay. Enmudece en los despachos fiscales, ante la prensa, altas autoridades o sectores distintos de los que solo aplauden. En su lugar lo hace un buen número de abogados, intérpretes y papagayos de todo plumaje y hasta sin plumas.
Pero con los visitantes de la OEA tendrá que hablar personalmente. Están aquí a su pedido y les debe respuestas específicas y verificables. Hay demasiados temas que debe explicarles. Y en sus propias palabras, que son las que cuentan y tienen que oír. No necesita el coro, no es un juicio. Además, ya tienen claro que muchos “conspiran”, que no lo quieren por provinciano, maestro sin alumnos, hacer más que todos en 200 años, que su confianza es traicionada por familiares y millares de sus nombrados, que proliferan colaboradores eficaces y confesantes sinceros y que lucha ferozmente contra la corrupción. No vienen a escuchar eso. Lo que necesitan saber es lo que ocurre en el país, y para ello requieren tener certeza de lo que piensa el convocante antes de hablar con otros interlocutores válidos e indispensables.
Los comisionados deberán informar al Consejo Permanente de la OEA. ¿Cuál será el valor agregado de su tarea? ¿O lo único interesante que llevarán a Washington será lo que le muestren otros? El Congreso, Ministerio Publico, Justicia, Contraloría, Defensoría del Pueblo, instituciones, prensa y ciudadanos de a pie tienen muchos temas concretos que deben interesarles. Ellos no los llamaron a pedir socorro. Entonces, nada de “equilibrios, diálogos e invocaciones a la unidad”. Solo la objetividad de hechos verificables. Los visitantes no correrán la suerte del casi centenar de ministros que actúan como kamikazes sin bomba y compartirán la del presidente. Su responsabilidad no es con estas “autoridades”, sino con la salvaguarda de la democracia y del Estado de derecho. Y tienen también nombres que cuidar. El pueblo peruano espera que lo hagan.
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