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[Opinión] Javier Álvarez: “El NSE y la pobreza juntos, pero no revueltos”
“Es fundamental recuperar la confianza y apostar por el país, de lo contrario, nos enfrentaremos a más inestabilidad, menos inversión, menor crecimiento, menos empleo y, por ende, mayor pobreza”.
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A comienzos de noviembre, la Asociación Peruana de Empresas de Inteligencia de Mercados compartió los datos actualizados sobre la distribución de los hogares peruanos según niveles socioeconómicos, los cuales regirán durante el resto de 2023 y gran parte de 2024. Según la información, el 11.8% de los hogares pertenecen al NSE A/B, el 30.3% al NSE C, el 26.2% al NSE D y el 31.7% al NSE E. Cabe destacar que las estimaciones se hacen anualmente y considera como fuente al INEI trabajando con los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares del año anterior, en este caso, 2022.
Una novedad importante es la versión mejorada de la fórmula utilizada para calcular el NSE, que ahora excluye dos variables que dejaron de ser discriminantes: la tenencia de microondas y el material de las paredes de la vivienda. En su lugar, se consideran otras variables como el nivel educativo del jefe de hogar, la afiliación al seguro privado de salud, la tenencia de bienes como automóviles, refrigeradoras, lavadoras y computadoras, así como la disponibilidad de servicios como Internet, televisión por cable y servicio doméstico. También se tienen en cuenta aspectos relacionados con la infraestructura de la vivienda, como el material de los pisos y la conexión sanitaria.
Aunque existe una relación entre el NSE y la pobreza, estos se calculan de manera diferente. Mientras el NSE permite clasificar los hogares según su patrimonio o variables antes mencionadas, la pobreza monetaria calculada por el INEI se mide como una variable de flujo, utilizando el gasto del hogar como indicador de bienestar. Según esta medida, se consideran “pobres monetarios” a las personas que residen en hogares cuyo gasto per cápita es insuficiente para adquirir una canasta básica de alimentos y otros productos. En 2022, la pobreza monetaria afectó al 28% de la población, aumentando 2 puntos porcentuales en comparación con el año anterior y confirmando una tendencia que comenzó con la pandemia y no se ha logrado revertir. En términos comparativos, estamos en la misma situación que en 2011.
Aunque se suele pensar que la pobreza en el Perú se concentra en las áreas rurales y en los estratos socioeconómicos menos favorecidos, como el NSE D y especialmente el NSE E, esto no es del todo cierto. De hecho, el 24% de la población urbana está en situación de pobreza, mientras que el 41% de la población rural también enfrenta esta problemática. Además, se registran personas en situación vulnerable en todos los niveles socioeconómicos, aproximadamente el 2% en el NSE B, el 12% en el NSE C, el 23% en el NSE D y el 38% en el NSE E. Es fundamental recuperar la confianza y apostar por el país, de lo contrario, nos enfrentaremos a más inestabilidad, menos inversión, menor crecimiento, menos empleo y, por ende, mayor pobreza. Como bien dictó el lema de CADE 2023, es momento de “volver a creer, volver a crecer”.
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