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[Opinión] Juan Stoessel: Empeorando los desastres
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Como si el reciente huaico en Machu Picchu Pueblo no fuera suficiente, al desastre natural se sumó la intransigencia y falta de solidaridad de los manifestantes del paro agrario. De manera imperdonable, negaron el paso al tren con ayuda humanitaria, porque bloquear vías importa más que brindar asistencia. Al diablo los damnificados. Al diablo los turistas que trataban de evacuar la zona. Indignante.
En unas semanas se limpiarán los destrozos y se levantará el puente, ¿pero la imagen del país quién la limpia? Porque este desmadre –no del huaico, sino de la protesta– no es el primero. Ya van seis huelgas en Cusco desde que empezó la pandemia. Siempre con el mismo libreto: obstaculizar las vías férreas, cortar el acceso al Valle Sagrado y bloquear el aeropuerto. Cada uno de esos actos es un torpedo contra el turismo. No importa que el sector no tenga nada que ver, igual pagamos los platos rotos. Y seguirá sucediendo mientras nadie sancione a los responsables. Es inaceptable que se afecte el derecho al tránsito de los viajeros, el derecho a ganarse el sustento de los cusqueños que trabajan en turismo y, como vimos en el huaico, que se impida el derecho a recibir asistencia.
Esperar que el Gobierno ponga orden es una utopía, pero, por lo menos, que la Policía garantice los corredores turísticos para que los viajeros puedan movilizarse. A partir de abril se espera un importante incremento en el flujo turístico, tras dos años terribles. ¡No permitamos que los antisistema saboteen la recuperación!
Tema aparte. El derrame de petróleo es una catástrofe que, con su pésimo manejo, nos pone en las primeras planas por las peores razones. ¡Que se asuman las responsabilidades y se empiece a remediar! Demostremos al mundo que podemos sobreponernos a la adversidad y comencemos a generar noticias positivas para nosotros y el mundo.
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