[OPINIÓN] Marisol Pérez Tello: “Más allá del quién: para qué y cómo”

Pero nos cuesta dialogar y buscar repuestas. Nuestros sesgos, ideologías, intereses, temores y aspiraciones no permiten entender que la pregunta ahora no es quién; es para qué y cómo.

Se han generado diversos espacios plurales, sobre todo a partir de las últimas crisis políticas. Personas, instituciones, gremios, asociaciones, políticos, preocupados por contribuir para que nuestro país mejore.

En uno de estos espacios publicamos un manifiesto democrático, que se enfoca en el “para qué” con la invitación a trabajar el “cómo”. La mayor crítica es que se trata de lugares comunes, y es lo bueno porque nos enfrentamos finalmente a la tarea de trabajar en cómo lo hacemos posible.

El poder no es ni debe ser un fin en sí mismo; es un medio para lograr el bien común, pero no sobre la base de promesas o buenas intenciones. Se necesita planificar; qué hay que hacer los primeros cien días de gobierno, cuáles son las metas e indicadores a seis meses, a un año, a cinco a diez, qué país queremos y cómo lo logramos.

Las reformas en los 90 fueron buenas: reducción del tamaño del Estado, apertura de los mercados internacionales, privatización de empresas públicas que habían fracasado, después tratados de libre comercio que generaron empleo y oportunidades. Retomarlas, encauzarlas y hacerlo mejor, pero además atender las reformas pendientes.

¿Cuáles? Educación, como un puente al éxito personal y la transformación social. Un sistema de salud eficiente, integrado, accesible, que nadie muera por falta de atención. Infraestructura, luz, agua, desagüe, conectividad a través de Internet, pistas, calles, caminos, puentes y carreteras.

Para esto tenemos que garantizar paz. Para tener paz, necesitamos seguridad y eso solo se da si el sistema de justicia funciona y es igual para todos sin privilegios, ni manejos políticos.

Les propongo trabajar un macroplan detallado y validado que nos vea, escuche e incluya a todos. Merecemos una ruta y reglas claras, lugares comunes sin duda, pero no títulos, ni diagnósticos, los pasos, las normas que hay que corregir, la burocracia que hay que desmontar.

Trabajemos en esas reformas que fijen norte y en la impostergable unidad, respetando nuestras diferencias, sobre la base de la esperanza y la certeza de un camino. Insultar, desprestigiar, atacar al otro es fácil, pero ni resuelve ni suma. Qué tal si toda esa energía la concentramos en trabajar. Es hora de transformar las críticas en acción y colaboración.