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[Opinión] Patricia Teullet: ¿Esperanzas para el 2023?
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Quería empezar a escribir con una mirada optimista de 2023, después del fallido golpe de Estado y la caída del gobierno de Pedro Castillo, con algo de esperanza (tampoco demasiada) en el gobierno de Dina Boluarte, a quien al menos se le entiende y que, aunque cambie de opinión según la presión popular, deja percibir ya una clara mejora en la calidad del gabinete. Sin embargo, no llega a convencer: para unos, es la continuidad de la agenda de Castillo, pero con más astucia; en el otro extremo están quienes piensan que, más bien, ha traicionado a quien la llevó en su plancha presidencial o que es ella y no Castillo quien dio el golpe de Estado.
La verdad es que, después del discurso antiminero que pronunciara en una conferencia internacional, es poco lo que esperaba respecto a su intención de poner en agenda el impulso a la inversión privada, condición indispensable para el crecimiento, la generación de empleo y la reducción de la pobreza. Sin embargo, de la elección de sus ministros, parecería que la agenda ha cambiado, aunque eso lo confirmaremos después de la presentación del nuevo gabinete ante el Congreso.
Uno de los flancos más vulnerables del nuevo gobierno es el del mantenimiento del orden y la paz social: escucho las noticias en la televisión y nuevamente dan cuenta de pasajeros varados en la carretera, personas que no pueden llegar a una cita médica que tenían programada, productos perecibles que se pudren y camiones de gas que no pueden hacer sus entregas mientras los precios suben y las personas de menores ingresos son las más afectadas. Y eso ocurre no solo en Puno o Arequipa, sino en Ica, a 300 kilómetros de la capital.
Mientras, la Policía no se atreve a intervenir y mucho menos las Fuerzas Armadas. Las lamentables muertes en las manifestaciones y los heridos entre quienes tenían la obligación de evitar los ataques violentos a instituciones públicas e instalaciones como los aeropuertos, así como la reacción contra estos últimos (supuestamente por uso excesivo de la fuerza, algo que, en medio de una lucha, es casi imposible calcular) hará difícil que el orden se imponga rápidamente, lo cual significará pérdidas para la economía y malestar social.
Ante este panorama, si bien debemos estar mejor que con Castillo, tampoco es que podamos decir que vemos un 2023 prometedor y con la capacidad de dar vuelta a la página y retomar un camino que impulse la inversión pública y genere confianza en la inversión privada. Las nuevas autoridades regionales y locales, aun si resultan mejores, tardarán en adaptarse y ejecutar su presupuesto de inversión, y el adelanto de elecciones mantendrá la incertidumbre hasta que se conozca el resultado de las mismas, por lo menos.
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