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[OPINIÓN] Patricia Teullet: Guerra y violencia
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La verdad es que, increíblemente, muchos ya habíamos dejado de hablar de la guerra en Ucrania: a la indignación inicial por la invasión rusa a Ucrania siguió la normalidad y hasta indiferencia que dan el tiempo y las nuevas noticias. Ninguna guerra puede ser ignorada o “reemplazada”, pero es lo que parece haber ocurrido después del ataque del grupo terrorista Hamás contra población civil israelí y la respuesta de este Estado. Las imágenes que todos hemos podido ver tanto en el ataque inicial como en la respuesta posterior son desgarradoras. Nada justifica el ensañamiento con el que se asesinó a personas de toda edad, incluyendo niños y ancianos y hoy, los siguientes capítulos, los que siguen al cobarde ataque de Hamás, los escuchamos día a día y están casi resumidos en dos frases: “Más de 26 mil muertos en la Franja de Gaza; la mitad de ellos son niños…”.
La respuesta de Israel al ataque de Hamás ha hecho que incluso algunos de los que en un principio se horrorizaron y condenaron dicho ataque estén ahora criticando la violencia desatada, especialmente por la cantidad de víctimas civiles. Y no se sabe en realidad hasta dónde llegarán los ataques o hasta cuándo durarán.
Se suponía que la Primera Guerra Mundial sería “la guerra que acabaría con todas las guerras”, pero la Segunda Guerra Mundial se inició y se desarrolló sin que se hubiera aprendido la lección. El final de la Segunda Guerra originó la creación de la Organización de Naciones Unidas, un espacio en el que debían poder resolverse los conflictos entre naciones, promoviendo la paz y seguridad internacional, y evitar así las guerras.
Desgraciadamente la naturaleza humana no ha permitido tener éxito en controlar todos los conflictos armados y hoy los hay y los ha habido internos e internacionales. Supuestamente hemos avanzado mucho como humanidad, pero seguimos siendo incapaces de poner la preservación de la vida humana por encima de los otros valores o causas.
Ver imágenes o escuchar las noticias sobre cualquier guerra debe hacer que valoremos y apreciemos el entorno de paz que vivimos. Aunque se trate de un entorno imperfecto, con inseguridad y violencia, corrupción, pobreza, falta de empleo y falta de servicios de salud. Es cierto que también ahora hay quienes sufren por la falta de agua o alimentos, que son víctimas de la violencia en las calles, que todos los días buscan cómo ingeniárselas ante la falta de un empleo seguro, que no logran atención a sus problemas de salud. Hay peruanos que realmente viven al borde. Sin embargo, cualquiera de estos problemas se exacerbaría en situación de un conflicto armado: imaginemos el riesgo aumentado de perder a los seres queridos, el temor permanente, la incertidumbre respecto al futuro más inmediato…
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