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[OPINIÓN] Patricia Teullet: Integración al mundo, sin prisa, pero sin pausa
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Debe de haber sido en 2002 o 2003 cuando, con poca fe, pero con mucho entusiasmo, el Perú decidió iniciar negociaciones para la firma de un acuerdo comercial con los Estados Unidos. Las reacciones adversas no se hicieron esperar: que era imposible competir con las empresas estadounidenses; que era mejor seguir contando con la ventaja que nos tenía que renovar cada año Estados Unidos para ingresar sin aranceles a su mercado; que nuestra industria no estaba preparada… Hubo protestas de los industriales y también de agricultores y trabajadores. Pero no solo en el Perú y en los países que lo acompañarían en esta negociación (Bolivia, Ecuador y Colombia); también trabajadores y congresistas en Estados Unidos se oponían argumentando que las condiciones laborales en los países con los que se estaba negociando eran precarias y que ello suponía competencia desleal.
Y, sin embargo, se hizo: después de años de negociación antes y después de la firma del tratado, este entró en vigencia en 2009, marcando un hito en el comercio internacional del Perú y su integración al mundo. Hoy, con 22 acuerdos comerciales suscritos con 58 países, lejos quedaron los tiempos en los que los empresarios ‘negociaban’ con las autoridades para obtener protección eliminando la competencia extranjera vía aranceles (impuestos a la importación que elevaban el precio del producto importado) o incluso mediante la prohibición de importar bienes que una empresa nacional produjera, obligando al consumidor a pagar caro un producto muchas veces sin calidad.
La apertura del Perú al comercio internacional se dio en etapas, primero bajando los aranceles y haciéndolos más planos y luego mediante la firma de acuerdos que contemplan mucho más que rebajas arancelarias y abarcan temas como políticas laborales, comercio de servicios o protección de inversiones. Desde allí ha sido un proceso que ha demorado, pero en el cual no ha habido pausa: consumidores y empresas se han beneficiado de mejores precios para los productos adquiridos del exterior y mejores condiciones de acceso a mercados, además de políticas que han hecho a las empresas más competitivas.
Y la tarea todavía no termina: en la agenda del Perú está la negociación de tratados comerciales con Hong Kong, Indonesia, India y la actualización de otros acuerdos suscritos hace años. Así, los acuerdos comerciales, repudiados en su momento, se han convertido ahora en parte esencial de las herramientas de modernización económica y demuestran cómo es posible avanzar cuando distintos gobiernos impulsan las mismas políticas en lugar de cuestionar y retroceder en algo solo porque otro lo inició.
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