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[OPINIÓN] Patricia Teullet: Nueva Constitución, sin que importe la evidencia
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Hace unas semanas, mientras escuchaba distraída una entrevista que hacía en televisión un periodista a dos congresistas, lo que dijo una de ellas inevitablemente llamó mi atención: la congresista por Perú Libre María Agüero decía que, por culpa de la Constitución de 1993, estábamos peor que en el año 1992. La afirmación es interesante pues proviene de alguien que, según su declaración en la misma entrevista, migró a los Estados Unidos en 1992, “buscando mejores condiciones económicas”. Allí tiene ahora una empresa y, según su declaración en el JNE, posee varias propiedades en el Perú, y dos inmuebles en Estados Unidos.
Esta debería ser una inspiradora historia de éxito: una joven migra buscando oportunidades y, después de haber tenido éxito empresarial, retorna a su país para ingresar a la política. Con esa experiencia, lo lógico sería que trajera al Perú ideas frescas sobre cómo un sistema que fomenta la inversión privada le permitió llegar a donde está hoy, pero no. El sistema está bien para que ella haga empresa y dinero en los Estados Unidos, pero al Perú hay que imponerle un régimen estatista: menos mercado y más Estado.
Eso sostiene la congresista, cuyas afirmaciones no soportan ningún análisis: con la Constitución de 1993 el Perú creció de manera sostenida durante casi 30 años. Hasta antes de la pandemia, la pobreza se había reducido a la mitad, la inflación (el peor impuesto para los pobres) había sido drásticamente reducida y controlada; las reservas internacionales son casi 74 mil millones de dólares. La inversión privada aumentó y generó empleo al amparo de la confianza que daba esta Constitución. Y, así, se generó un círculo virtuoso de confianza y crecimiento al que le faltó, y no por falla constitucional, pasar con más fuerza del crecimiento al desarrollo.
Desafortunadamente, tuvimos también autoridades incapaces de poner al Estado al servicio del ciudadano, invirtiendo lo recaudado por impuestos en mayores mejoras de los servicios públicos, y a ello se suma también la corrupción que sigue en permanente actualización con la cleptocracia más afianzada.
La congresista Agüero se hizo famosa por su declaración de que su sueldo de 15 mil soles más beneficios no le alcanzaba. Esto dicho en un país donde la remuneración mínima vital es de 1,025 soles, pero donde muchos viven o sobreviven con menos de esa cantidad.
No tener argumentos para sustentar la necesidad de una nueva Constitución, sin que importen ni las cifras ni la historia, no aporta mucho más que quienes ofrecen (y los he escuchado hacerlo) que con una nueva Constitución no habría desastres naturales.
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