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[Opinión] Patricia Teullet: Se acabaron las fiestas; empiezan los impuestos
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Aunque el ánimo no ha estado demasiado festivo este último año, de todas maneras, ha habido algo de celebración, tal vez regalos y saludos con buenos deseos. Luego viene el momento de las cuentas, y no solo de las deudas adquiridas por las festividades. Se viene también el pago de impuestos.
Empieza con las cartillas del predial y arbitrios municipales, que, entre otros, deberían servir para mantener áreas verdes, incluso en distritos donde estas no existen o donde ya casi no existen por falta de riego y pleitos en las gestiones municipales. Luego viene la “regularización del pago del Impuesto a la Renta” a cargo de la Sunat. No creo que haya alguien a quien le guste pagar impuestos y quienes lo hacemos quisiéramos al menos saber qué se hace con ellos. Quien recibe recursos debe rendir cuentas y esto se aplica al Estado también, por supuesto. Y no se trata solo de gastar; se trata de saber qué se logró debido a ese gasto.
En países desarrollados, los ciudadanos asumen que, por sus impuestos, tienen derecho a recibir a cambio algo del Estado: desde infraestructura hasta servicios de educación. En países como el nuestro, los impuestos tienen más bien un rol redistributivo; quienes pagan no esperan mucho a cambio: contratan seguros médicos privados, mandan a sus hijos a colegios particulares y hasta cuentan con sus propios servicios de seguridad. Así son las cosas; es lo que nos ha tocado.
Sin embargo, seguimos manteniendo el derecho a la rendición de cuentas: queremos que nuestros impuestos se destinen a construir postas, hospitales y colegios y a pagar enfermeras, médicos, policías y maestros. No queremos que esos recursos sean utilizados en mantener empresas estatales. Queremos que gracias a lo recaudado haya una Policía bien entrenada, motivada y cuidada, con los medios requeridos para defenderse cuando sea necesario. Queremos unas Fuerzas Armadas que estén listas para asumir sus funciones. Queremos funcionarios capaces en las instituciones públicas, que promuevan la economía de mercado y que, en caso de ser necesario, prevengan y sancionen los abusos. Funcionarios que garanticen la buena calidad de los servicios que reciben quienes no pueden pagar por ellos directamente; funcionarios probos, comprometidos con el país, verdaderos “servidores públicos”, porque esa posición, transitoria y aparentemente de poder, es una posición al servicio del ciudadano.
Tal vez en el momento en que podamos ver que se logra un verdadero rol redistributivo tengamos menos reticencia a pagar impuestos.
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