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[Opinión] Paul Montjoy Forti: Cuando la intolerancia se asoma
“Rushdie, el escritor británico-estadounidense de origen indio recibió en 1988, con la publicación de The Satanic verses (Los versos satánicos), diversas amenazas de muerte por parte de grupos fundamentalistas islámicos porque aquel libro realiza una crítica directa al Corán”.
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Hace algunas semanas, en una primera entrega para este diario, escribí sobre los peligros que supone la expansión del conservadurismo en el mundo. En aquel primer artículo mencioné la importancia de leer The handmaid’s tale de Margaret Atwood para comprender los peligros del mundo contemporáneo, entre ellos, la supresión de libertad de expresión y de pensamiento. El viernes pasado el escritor Salman Rushdie fue apuñalado en una presentación literaria en Chautauqua. Actualmente se encuentra en recuperación en un hospital de Pensilvania. El agresor, Hadi Matar (24 años), ha sido identificado como un seguidor de Hezbolá, un grupo fundamentalista islámico al que se le atribuyen diversos atentados terroristas alrededor del mundo.
Rushdie, el escritor británico-estadounidense de origen indio recibió en 1988, con la publicación de The Satanic verses (Los versos satánicos), diversas amenazas de muerte por parte de grupos fundamentalistas islámicos porque aquel libro realiza una crítica directa al Corán. Desde su publicación, el libro ha sido prohibido y quemado en diversos países musulmanes. Los líderes islámicos ordenaron a los seguidores musulmanes la ejecución de cualquier persona que esté relacionada con la publicación del libro y pusieron un precio por la cabeza de Rushdie. Así, el traductor al japonés de la obra, Hitoshi Igarashi fue brutalmente asesinado en su oficina de la Universidad de Tsukuba en Japón, fue apuñalado en el rostro y en distintas partes del cuerpo solamente por haber traducido aquella obra.
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Rushdie, quien se encuentra en un proceso de larga recuperación en el hospital después de haber recibido apuñalamientos en el cuello y en el hígado, es un escritor con una carrera memorable cuyos libros han sido considerados best Sellers en diversas ocasiones. Ha sido merecedor de casi una veintena de premios por sus escritos de estilo similar al realismo mágico latinoamericano y, lo que es más importante, sus escritos han puesto a la libertad de expresión dentro del debate internacional al ser capaces de tocar temas tan controversiales como el fundamentalismo religioso. Rushdie es alguien que se considera “un ateo de línea dura” como mencionó en una entrevista en 1989. Ya Richard Dawkins, otro ateo de línea dura, mencionó en diversas entrevistas lo difícil que resulta ser ateo en países donde la religión es un prototipo de moral.
El mencionado escritor es considerado un ícono de la libertad de expresión. Rushsie considera que el problema de la religión no solo radica en el fundamentalismo islámico, sino también en el fanatismo cristiano, que ha rechazado en diversas ocasiones sus escritos. Así ocurrió en la condenación de Los versos satánicos por parte de El Vaticano que la calificó de irreverente y blasfema. La novela de Rushdie trata de dos versos eliminados por Mahoma en del Corán. El veto y la censura ocasionaron, por lo contrario, que los libros del escritor apareciesen siempre en las listas de los más vendidos alrededor del mundo.
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Rushdie fue atacado mientras dictaba una charla sobre la libertad de expresión en Chautauqua. Este ataque ha sido en contra de esa libertad, según diversos medios de comunicación, periodistas e intelectuales, que es el principal valor de la democracia occidental. No es un hecho aislado, es consecuencia de la expansión de una ola de conservadurismo intolerante que viene creciendo en nuestros países. Se vuelve necesario reflexionar sobre todos aquellos que atacan la libertad de expresión y se vuelve aún más necesario rechazarlos, sean los grupos extremistas islámicos, sean los extremistas que en nuestro país boicotean y violentan presentaciones de libros. En el Perú, un grupo de escritores hemos alzado la voz de protesta por el ataque a Rushdie en un manifiesto que lamentablemente no le devolverá la salud al escritor, pero que rechaza la violencia en contra de los libros y de la libertad. El veto, la censura, el miedo y la quema de libros no deberán imponerse en nuestras sociedades.
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